Antonio Salines: “Vittorio Gassman fue mi verdadero maestro”

El actor transalpino cumple cincuenta años como director artístico del Teatro Belli, en Roma; lo que supone una oportunidad única para repasar con él su extensa carrera, plagada de títulos determinantes en el teatro, el cine y la televisión en Italia.

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Antonio Salines
Antonio Salines lleva cincuenta años al frente del Teatro Belli, como director artístico/ Foto: Antonio Salines

Antonio Salines se siente cómodo como director artístico del Teatro Belli: un edificio de vetusta presencia, que desprende historias de resistencia numantina contra el olvido, alzado en la romana Piazza di Santa Apollonia.

En el tecnificado e informatizado mundo del siglo XXI;  donde la dramaturgia de sudor y temple, de verso inteligente y emociones palpitantes, no pasa por sus mejores momentos, esta institución se empeña en regresar a las palabras con cuerpo y alma. Unos mensajes de supervivencia apasionada, que son lanzados cada tarde/noche al patio de butacas, con el aroma vitalista de la pluma de los grandes clásicos (tanto los antiguos, como los modernos). Semejante refugio de la Cultura hecho realidad, el cual responde al nombre de Teatro Belli, cumple este año medio siglo, dentro de su metamorfosis como templo dedicado a la dramaturgia. Una figurada atalaya de diálogos candentes, desde la que Salines da lustre a los espectáculos que son albergados bajo el techo de la antigua iglesia y monasterio.

Cine, televisión y teatro al cuadrado conforman la carrera de más de cinco décadas que acredita este incansable domador de personajes; que el próximo 5 de septiembre podría hacerse con el galardón de Le Maschere del Teatro italiano 2019 al Mejor Actor, por su trabajo en Esperando a Godot. “Espero ganar, por su puesto; pero -en caso de no vencer- es un gran honor para mí estar simplemente nominado“, comenta Salines.

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Antonio Salines lamenta las dificultades que el Teatro Belli tiene para sobrevivir en la actualidad/ Foto: Antonio Salines

The Living Culture Magazine: Este año se cumplen cincuenta años, desde que empezaste con El Teatro Belli, al lado de Marta Mercatali, ¿cómo valoras todo este tiempo?

Antonio Salines: Fundé el Teatro Belli en 1969, junto a Magda Mercatali; antes de eso, el edificio fue vendido por una multinacional americana, para ser transformado en un pub. En el Teatro Belli, actores tan famosos como Ettore Petrolini, Lina Cavalieri, Leopoldo Fregoli, Ermete Novelli, etc, actuaron; y decidí cubrir todos los costes de la restauración, porque el teatro estaba destruido. Los trabajos de rehabilitación ascendieron a más de 40 millones de liras, una gran cantidad para esa época. Podías comprar un apartamento de cuatro habitaciones en el centro de Roma, por esa cantidad. Recuerdo que tuve que pedir donaciones a todos mis amigos, incluido Gian Maria Volontè, que me entregó 5 millones de liras. Ahora, las instituciones pasan de ayudarnos. Hace años, el Ministerio de Patrimonio Cultural nos denegó la pequeña cantidad de 40.000 euros por año, porque el Teatro Belli tiene menos de 200 localidades; y eso nos puso contra las cuerdas. Ahora nos mantenemos con mucha dificultad, si lo comparamos a lo que sucedía en el pasado.

TLCM: En estos momentos, ¿qué espectáculos hay en el Teatro Belli? 

Antonio Salines: Están las representaciones de los estudiantes, pertenecientes a la Academia de Arte Dramático. Los montajes profesionales empezarán a partir de la próxima temporada.

TLCM: ¿Nos puedes adelantar algo de esa próxima temporada?

Antonio Salines: El Teatro Belli ha sido fundamental en mi vida, porque siempre me ha aportado el valor de tomar decisiones arriesgadas. La próxima temporada tenemos previsto poner en escena El diario de Ana Frank, con una gran y brillante producción; todo para una obra que ha no ha sido representada desde hace mucho tiempo en Italia. Será una gran apuesta para el Teatro Belli, con un elenco de 10 actores, a un nivel muy elevado de implicación. Carlo Emilio Lerici se encargará de la dirección, el hijo del dramaturgo Roberto Lerici, que trabajó conmigo y Magda Mercatali durante muchos años, como escritor de teatro. Roberto Lerici era también el autor de muchos textos para Gigi Proietti y Carmelo Bene.

TLCM: Aparte del aniversario del Teatro Belli, también estás de enhorabuena; con la nominación al premio Le Maschere del teatro italiano 2019, como Mejor Actor por Esperando a Godot, ¿cómo recuerdas este trabajo?

Antonio Salines: Es un espectáculo que he estado representando durante más de cinco años, hasta la actualidad. Te puedo contar que ha tenido un enorme éxito, con la dirección de Maurizio Scaparro y otros talentosos colegas, como Edoardo Siravo y Lucano Virgilio. Tenemos previsto llevar la obra a las ciudades más importantes de Italia, para la próxima temporada; e incluso planeamos montarla durante una semana en París. Además, como apuntas, con Esperando a Godot he conseguido la nominación como Mejor Actor Italiano para el premio Le Maschare del Teatro, cuya ceremonia tendrá lugar el próximo 5 de septiembre, en el Teatro Mercadante de Nápoles, y será retransmitida por la televisión nacional.

 TLCM: Has interpretado muchos títulos clásicos a lo largo de tu extensa carrera, ¿con qué montajes te quedarías y por qué?

Antonio Salines: Sin dudarlo, mi montaje favorito es el de Cyrano de Bergerac, según la versión de Roberto Lerici. Es un espectáculo que solo lamento no poder hacer de nuevo, debido a mi edad; pero lo considero el gran trabajo de mi carrera. Otro montaje que también destacaría es el de Try it again, de Woody Allen.

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Antonio Salines considera “Cyrano de Bergerac” como uno de sus trabajos favoritos/ Foto: Antonio Salines

TLCM: Uno de los montajes recientes que has protagonizado es el de Coppia Aperta Qua Si Spalancata, de Dario Fo, ¿qué sensaciones te reporta este trabajo?

Antonio Salines: Coppia Aperta es otro de los trabajos que he estado escenificando durante más de 10 años, e incluso puedo presumir de haber contado con la presencia de Dario Fo en alguna de las representaciones, y se mostró entusiasmado con mi interpretación en el Teatro Carcano de Milán. Como primicia, te puedo filtrar que este año hemos planeado recuperar Coppia Apperta para Año Nuevo, en el Teatro Belli; además de llevarlo a otras ciudades italianas. No obstante, la auténtica protagonista de la obra es Francesca Bianco, mi esposa; y vamos a estar dirigidos por Carlo Emilio Lerici.

 TLCM: ¿Tienes algún papel u obra que te gustaría llevar a escena especialmente?

Antonio Salines: Sí, espero recuperar un espectáculo que llevé a cabo hace unos dos años; pero en ese momento, y por razones de producción, duró en cartelera únicamente unos pocos meses. El título es Luci della ribalta (Candilejas) , de Charles Chaplin. Ya he conseguido los derechos de la familia, tras diez años de negociaciones con ellos.

 TLCM:  Después de todos los años de escenarios que llevas a tu espalda, ¿cómo ves el teatro en Italia en estos momentos? ¿Goza de buena salud?

Antonio Salines: El teatro italiano está sufriendo una crisis de identidad, en la actualidad. Ni siquiera me reconozco a mí mismo, en este tipo de cultura en la que el teatro italiano quiere reconocerse. Pienso que el teatro de vanguardia está deficitario de emociones, y es muy frío. Mi amigo Ennio Flaiano me dijo una vez: “Hoy día, el teatro de vanguardia debe ser comercial”. Y mi amigo Carmelo Bene siempre me ha dicho, cuando tocamos el tema del teatro de vanguardia: “Todos son abortos para mí”.

ANTIONIO SALINES: “EL TEATRO ITALIANO ESTÁ SUFRIENDO UNA CRISIS DE IDENTIDAD, EN LA ACTUALIDAD”

 TLCM: ¿Y el teatro clásico? ¿Tiene el tirón de antaño en los escenarios transalpinos?

Antonio Salines: Para montar teatro clásico en Italia no hay muchos directores que sepan cómo adaptar autores del estilo de Georges Feydeau o William Shakespeare. Giorgio Strehler ha sido un maestro en este sentido, para todos nosotros; pero las nuevas generaciones ni siquiera le conocen. Ahora el teatro ya no tiene maestros auténticos.

TLCM: ¿Cómo recuerdas tus años en la Academia de Arte Dramático de Silvio D’Amico?

Antonio Salines: Fueron días maravillosos, con profesores que eran auténticos actores. Me acuerdo por ejemplo de Sergio Tofano, que era un profesor de la academia, y que dividía su tiempo entre el trabajo y el estudio. Fue mi primer maestro. Hoy en día, en las escuelas de arte dramático no dan las clases grandes actores como entonces, y eso provoca que los jóvenes adolezcan de una preparación adecuada para hacer este trabajo.

TLCM: En 1960, participaste en Adelchi, de Manzoni, bajo la dirección de Vitorio Gassman, ¿cómo fue ser guiado por esta leyenda de la escena italiana? 

Antonio Salines: Vittorio Gassman fue mi verdadero maestro, cuando terminé mi periodo en la academia, Ha sido un actor que siempre he amado y respetado. Puedo decirte que, debido a él, aprendí de qué iba el asunto de interpretar. Le considero uno de los más grandes actores de todos los tiempos. Es el rey de la selva, como el león.

TLCM:  ¿Siempre tuviste claro que querías ser actor? ¿Qué te obsesionaba y te sigue obsesionando de la profesión? 

Antonio Salines: Sí, siempre quise ser actor, desde niño; porque mi padre (el compositor Enrico Salines) me hacía acompañarle a las revistas teatrales desde muy temprana edad, ya que era director de orquesta. Y así pude ver a intérpretes como Totò, Renato Rascel, Erminio Macario, etc, etc… Sin embargo, también te digo que la profesión de actor nunca me ha obsesionado, ni siquiera ahora, que estoy al final de mi carrera, debido a mi edad. Lo único que sé es que me siento bien cuando actúo. El teatro tiene la particularidad de extender mi vida, y espero poder seguir actuando por un tiempo más.

TLCM:  ¿En qué medida te influyó el ambiente cultural que respirabas en casa, debido sobre todo a la influencia de tu padre?

Antonio Salines: Mi padre siempre me apoyó en mi carrera. Y, en todos los espectáculos que he dirigido, me he volcado mucho en el aspecto musical, que considero esencial. Un actor debe ser absolutamente capaz para amar la música, y en mi caso viví con ella desde mi infancia; con mi padre, que daba clases de ópera a cantantes y componía piezas al piano. Creo que nunca se opuso a que fuera actor, porque él conocía el teatro profundamente, pese a que también me previno de que podría haber muchas desilusiones y sacrificios en esta profesión, como así ha sido. No obstante, al final, él reunió el valor para animarme a seguir, al igual que el resto de mi familia.

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Antonio Salines opta al premio Le Mascahare del Teatro Italiano, como mejor actor, por su interpretación en “Esperando a Godot”

TLCM: Además del teatro, el cine y la televisión completan tu currículo como actor. En cine, estás en la película L’incredibile Storia Della Signora Del Terzo Piano, de Rodolfo Martinelli e Isabel Russinova, ¿qué papel interpretas en el filme, y qué nos puedes decir sobre la trama?

Antonio Salines: Tenía que rodar esta película por la que me preguntas, pero no nos pusimos de acuerdo; por lo que no seguí en el proyecto. Pero sí quiero dejar claro que para mí el cine y la televisión han sido fundamentales, y me han dado mucha popularidad; lo que me ha permitido escoger lo que quería hacer en el teatro.

TLCM: También, hace poco, participaste en el filme Lazzaro Feliz, de Alice Rohrwacher, ¿cómo recuerdas tu experiencia en esta interesante obra?

Antonio Salines: Creo que la directora de este largometraje es una persona de extraordinaria inteligencia y talento, y eso que mi papel era pequeño. Supuso una oportunidad para mí, porque pude conocer a Alice. Nuestra relación fue muy intensa, incluso a pesar de que solo fueron unos pocos días los que trabajamos juntos. Valoro muy positivamente el trabajo que fue capaz de hacer con los actores, y en el set de rodaje siempre se mostró muy amable y profesional.

ANTONIO SALINES: “ME SEDUCEN ESPECIALMENTE LOS PERSONAJES PERDIDOS”

TLCM:  ¿Qué buscas en un personaje, para que te seduzca lo suficiente como para querer hacerlo tuyo?

Antonio Salines: Siempre he escogido papeles que me han gustado, gracias a tener un teatro. Esto me ha permitido hacer los montajes que quería. En general, me seducen especialmente los personajes perdidos, porque son los que mejor saben traer al público cerca de tu actuación; y además son los que se adaptan más a mi sensibilidad artística. Un actor no puede hacer todo; por ejemplo, nunca he sido capaz de hacer de Romeo… Recuerdo que en un montaje de Romeo y Julieta, me tocó el papel de Mercuzio, que se ajustaba mejor a mi manera de trabajar como actor, porque estoy preparado para lo grotesco…

TLCM: ¿Cuál es tu método habitual de trabajo?

Antonio Salines: Mi técnica se centra en dejar salir fuera mi sensibilidad como actor, e introducir también lo que pueden aportar las experiencias de mi vida privada. Me gusta insuflar algo de esto a los personajes que interpreto.

 TLCM: Entre las películas en las que has aparecido, llama la atención tu colaboración en varias de las obras de Tinto Brass, ¿cómo le conociste? ¿Cómo es trabajar al lado del maestro del cine erótico en Italia?

Antonio Salines: Tinto Brass escenificó para mí un espectáculo que llevamos por distintas partes del mundo, titulado Family Lunch, escrito por Roberto Lerici, con Magda Mercatali. Llevábamos trajes de noche, coletas y smoking o uniformes militares. Las actrices iban vestidas de gala. Después de hacer el ensayo general, Tinto Brass nos miró en el el escenario, y nos dijo: “Si queréis que yo dirija esta obra, tenéis que actuar desnudos”. Me aproximé a él y le contesté: “Si quieres retirarte como director, hazlo; porque no podemos recitar esto desnudos, ya que el autor no lo había escrito en esas condiciones”. Entonces, Tinto empezó a reír y me dijo: “Vamos, estaba bromeando”. Desde ese momento, hemos tenido una larga amistad, que dura hasta la actualidad. Tinto Brass es uno de los pocos directores italianos que es muy estricto con los actores, no importa lo que ellos puedan objetar. Siempre ha sido un creador generoso, que me ha dado papeles significativos en sus películas. Lamento que ahora esté enfermo. Sigo visitándole, y él se muestra muy complacido.

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Antonio Salines confía plenamente en la sensibilidad, para diseñar una interpretación o dar vida a un texto

 TLCM: ¿Qué es lo que más te costó escenificar al lado de Tinto Brass?

Antonio Salines: Nunca he tenido problema alguno a la hora de trabajar en las películas de Tinto Brass, porque todas ellas son obras de autor. Se divierte mucho cuando graba las escenas eróticas de sus filmes, como un niño que ve a su madre desnuda y le toca las tetas. Siempre se muestra muy correcto en el set de rodaje con todas las actrices; y para él, hacer estas películas nunca ha tenido nada que ver con el cine pornográfico tal cual.

 TLCM: Quizá, esa facilidad para reproducir lo que Brass te pedía en sus producciones se complicó un poco en Fallo!, donde tuviste que hacer una escena a lo Sharon Stone, con cruce de piernas incluido… 

Antonio Salines: Te tengo que confesar francamente que esa fue la película más embarazosa de las que rodé con Tinto. Recuerdo que tenían que ponerme un falso falo, como prótesis; pero no había tiempo suficiente. Hice esa escena a lo Instinto Básico sin añadido alguno. Cuando vi el resultado, me sentí muy avergonzado. Esa película de Tinto Brass, en mi opinión, está fallida. De hecho, las copias solo circularon en vídeo.

 TLCM: Aparte de actor, también has tenido la oportunidad de dirigir largometrajes tan destacados como Tío Vania, de Chéjov, ¿qué te viene a la memoria a la hora de pensar en este trabajo?

Antonio Salines: Tío Vania fue una película cuyo guion lo escribió Roberto Lerici, al que quiero mucho, La rodamos en una villa cerca de Roma. En un principio, íbamos a grabar el filme en Costa Rica; pero, por razones de falta de presupuesto, tuvimos que cancelar el viaje. En esta producción puse toda mi sensibilidad como actor y director. Chéjov siempre ha sido uno de los autores más importantes, de cuantos han marcado mi carrera. Fue una experiencia que compartí con maravillosos amigos, tanto actores como técnicos. Encima, el rodaje solo nos llevó 18 días: todo un récord.

ANTONIO SALINES: “CHÉJOV SIEMPRE HA SIDO UNO DE LOS AUTORES MÁS IMPORTANTES EN MI CARRERA”

TLCM: Creo que también te hiciste cargo de la adaptación para la pequeña pantalla de Un Marziano a Roma, junto a Bruno Rosia, ¿cómo fue este trabajo, que además tuviste la ocasión de estrenar en teatro?

Antonio Salines: Escenifiqué Un marziano a Roma, de Ennio Flaiano, después de la obra que hice en Milán con Vittorio Gassman, y fue un gran empeño mío. El público parecía fascinado con la obra, pero el espectáculo no estaba pensado para ser representado en un teatro tan grande como el Teatro Lírico de Milán. Así que pedí a Flaiano, después de unos años, que me diera los derechos para montar el texto en mi pequeño Teatro Belli, y lo hizo. Tenía los derechos y, además de estrenarlo en el Teatro Belli, lo moví durante unos meses por toda Italia. Desafortunadamente, Flaiano no pudo ver el show, porque falleció antes. La adaptación televisiva de Un marziano a Roma no consiguió los objetivos propuestos en cuanto a la audiencia, por lo que nunca salió una versión cinematográfica.

TLCM: ¿Qué es lo más complicado que has tenido que hacer en escena, ya sea en televisión, cine o teatro?

Antonio Salines: El montaje más complicado, según mi punto de vista, fue el de Luci della ribalta (Candilejas), porque tenía que enfrentarme a un gran actor, como Charles Chaplin. Una cosa que no era nada fácil. Pero creo que salí airoso, y pude certificar un buen trabajo. Este juicio lo baso en la reacción del público, al que le estoy muy agradecido

TLCM: También has dirigido Il Boudoir del Marchese de Sade, ¿nos puedes contar algo de este montaje?

Antonio Salines: Il Boudoir del Marchese de Sade es un trabajo que Roberto Lerici escribió exclusivamente para ser representado en un teatro, y tuvimos el cartel de entradas agotadas por cerca de un mes, en el Teatro Belli. Fue una experiencia maravillosa, que recuerdo con mucho placer. Se llevó a cabo una grabación para televisión, que me satisfizo sobremanera; pero no hay versión cinematográfica.

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Antonio Salines brilló en los escenarios recientemente con la obra “Coppia Apperta Quasi Spalancata”, de Dario Fo

 TLCM: ¿Nunca te has sentido incómodo a la hora de protagonizar un desnudo integral o de hacer una escena de sexo? ¿Salir desnudo ayuda a afrontar un personaje?

Antonio Salines: Nunca tuve que grabar escenas desnudo con Tinto Brass, salvo la breve aparición en Fallo! De todas formas, creo que la desnudez masculina es más complicada de mostrar que la femenina. En mi opinión, solo una mujer directora o directores con una alta sensibilidad, como Pedro Almodóvar, son capaces de exhibir desnudos masculinos con elegancia en las películas.

 TLCM: En televisión participaste en series clásicas como I Fratelli Karamazov (Los hermanos Karamazov), Fausto, de Marlowe, o Elisa di Rivombrosa, ¿cómo recuerdas esos momentos?

Antonio Salines: Estoy de acuerdo contigo en que Los hermanos Karamazov fue fundamental para mí, y también para mi carrera como actor. Pero no la puedo poner al mismo nivel que Elisa di Rivombrosa, que rodé mucho tiempo después, debido a que era un gran éxito. Pienso que ahora ya no se hacen tan buenos guiones como en el pasado. En Los hermanos Karamazov interpreté el papel de Smerdiakov. Este era uno de esos roles perdidos a los que me entregué con toda mi sensibilidad y naturalismo.

 TLCM: ¿Cómo percibes la televisión que se hace ahora en Italia?

Antonio Salines: Sin duda, es peor. Las producciones de televisión italianas, en mi opinión, ahora son insoportables; y estoy orgulloso de no estar en ninguna de ellas.

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Antonio Salines aún recuerda vivamente su actuación en la miniserie “Los hermanos Karamazov” (en la foto)

 TLCM: Tras hacer balance de tus más de cinco décadas de profesión, ¿con qué te quedas de lo aprendido y trabajado?

Antonio Salines: Ciertamente, el éxito de Los hermanos Karamazov me dio una increíble e inesperada popularidad; y, en cuanto a mis interpretaciones teatrales, destacaría montajes como Il Supermaschio (El supermacho), de Alfred Jarry, y El concilio de amor, de Oskar Panizza. Son obras que he marcado siempre como los momentos más importantes de mi carrera. El Concilio de amor fue también rodada en cine, por un director importante que ya ha fallecido, llamado Werner Schroeter; y fue al Festival de Berlín hace aproximadamente 35 años.

TLCM: ¿Tienes algún proyecto entre manos, en estos momentos?

Antonio Salines: Entre mis proyectos, hay una película que se llamará The Music of the Vampire, y está inspirada en el relato del Dr. Fausto, Es un trabajo que he estado intentando rodar desde hace cinco años, y espero poder conseguirlo al final; como hice en el pasado con Tío Vania.

 

 

 

 

 

 

 

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