Amin Maalouf analiza el presente
El conocido escritor de "Samarcanda" publica "El naufragio de las civilizaciones" (Alianza editorial): un lúcido y realista ensayo, donde el pensador franco-libanés exhibe los abismos a los que se asoma la humanidad del siglo XXI.
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Amin Maalouf se crió entre el nomadismo y el concepto de supervivencia: dos coordenadas existenciales, que han marcado su currículo como novelista y ensayista.
Nacido en Beirut y emigrado a Francia, el responsable de León el Africano ha ensamblado una producción literaria que da voz a las minorías, como forma de testar la capacidad de comprensión y solidaridad de las sociedades en las que se mueven sus historias y análisis.
Después de El desajuste del mundo e Identidades asesinas, el narrador nacido en Beirut recupera su habilidad para radiografiar el mundo del tercer milenio: esa extraña y titánica aldea global dominada por las dictaduras tecnológicas, que ha perdido intensidad en el cuerpo y a cuerpo, y que tiende a insensibilizar su entendimiento hacia las minorías.
Temas como la xenofobia propugnada por fuerzas supremacistas en Europa y el resto del planeta, la desconfianza hacia los que son diferentes, la intolerancia en cuestiones políticas y religiosas, o el individualismo de raigambre neoliberal son algunas de las cuestiones que conforman el texto de El naufragio de las civilizaciones (Alianza editorial): un relato sincero sobre los problemas a los que se enfrentan los habitantes del siglo XXI, que amenazan con torpedear el rumbo adecuado para los futuros esperanzadores.
“Lo que caracteriza a la humanidad actual no es una tendencia a agruparse dentro de conjuntos muy amplios, sino una propensión a la fragmentación, al fraccionamiento y, a menudo, a la violencia y la acritud“, escribe el ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2010.
Una sentencia que exhibe el desánimo de Maalouf por la situación del presente, aunque no niegue en ningún momento la posibilidad de corregir los errores expuestos.
AMIN MAALOUF ABRE EL BAÚL DE LAS ESENCIAS
Un almanaque de sensaciones y recuerdos, de creencias y visiones, de experiencias y certezas racionalizadas, ayuda a diseñar la estructura y el discurso de El naufragio de las civilizaciones. Con semejante cuaderno de viaje, el otrora periodista libanés construye el armazón de un ensayo que recuerda, en su inspiración y letanía, a las nostalgias eternas de Thomas Mann, o a las sudorosas atmósferas intelectuales de Albert Camus.
Los hombres y las mujeres que deambulan por las naciones opulentas del presente aparecen en el libro como seres alienados por una batalla de vacíos tecnológicos, mientras sucumben ante los mensajes adormecedores de redes sociales interesadas, y desamortizadoras de los acercamientos necesarios hacia las minorías y hacia la “otredad”.
Ante el lienzo planteado, resulta particularmente preocupante el panorama desplegado en El naufragio de las civilizaciones, donde se propugna el agotamiento de una idea de modernidad fracasada en su materialización. Para AM, el mundo se ha alejado de las riendas de su propia salvación, y debe regresar a sus preceptos de claridad comunitaria y cierta concordia colectiva.
La integración y aceptación se antojan como armas esenciales para encarar un futuro cada vez más incierto, en el que el derrumbe de los esquemas conocidos para la supervivencia deja a los individuos a merced de los latigazos de un cosmos psicótico, que anima a las civilizaciones a hundirse en los fondos marinos de la aniquilación progresiva.
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