Jenna Ortega no dudó en firmar su participación en la versión cinematográfica de la novela Klara y el sol, con la que Kazuo Ishiguro ganó en premio Booker en 2021.
La decisión de la estrella televisiva de Wednesday estuvo motivada en primer lugar por la sensibilidad que transmitía el guion elaborado por Dahvi Waller (Mad Men), donde el personaje principal es el de una joven androide a la que le obsesiona su relación con el astro rey. Un rol que permite a Ortega desplegar un sinfín de gestos y armas dramáticas, a la vez de poner su granito de arena a la reflexión sobre el dominio de la inteligencia artificial y el consiguiente fin de la interactuación entre humanos.
El texto de Ishiguro mostraba un universo distópico y futuro, en el que los niños acceden a la amistad a través de androides empáticos y amables, concebidos expresamente para colmar las expectativas de los menores a quienes deben hacer felices. Una realidad que el cineasta neozelandés Taika Waititi (Jojo Rabbit) recupera en el film Klara and the Sun.
Algunas de las tesis argumentales que transitan tanto por el citado libro como por la película traen a la memoria las vicisitudes del pequeño al que encarnó Haley Joel Osment en A.I. (Steven Spielberg, 2001), el cual exponía a su vez las inspiraciones provenientes del muñeco de madera bautizado por Carlo Collodi como Pinocho.
Los estudios Silvelight, en Wänaka, y la ciudad neozelandesa de Auckland han servido de escenarios a Waititi y a su equipo para construir el cosmos visual por el que se mueve la singular e ingenua Klara: la androide a la que venden para colmar de momentos agradables a la entristecida Josie.
Jenna Ortega encabeza el cuadro actoral, como la singular y esperanzada Klara; a la que acompañan en la producción Amy Adams (como Chrissie, la madre de Josie), Simon “El mentalista” Baker (como el padre de Josie), Mia Tharia (Josie), Aran Murphy (Rick), Natasha Lyonne (Manager), Steve Buscemi y Harry Greenwood.
JENNA ORTEGA EXHIBE LA FAZ MÁS HUMANA DE UNA JOVEN ANDROIDE, A QUIEN LE ENCANTA HABLAR CON EL SOL
La profundidad y esencia de la amistad inunda cada página del guion de Klara and the Sun, como un expansivo leitmotiv de tintes afectivos y sensibles.
Las relaciones silentes y amargas de unos padres que han perdido a una de sus hijas, la ansiada unión entre una inteligencia artificial y una preadolescente que no confía en los estímulos externos, la conexión entre una chica perdida y un muchacho fortalecido por su condición de outsider y el ilusionado apego de una androide con el Sol que la acompaña en su soledad manufacturada… Estos lazos emotivos encuadran la historia del film de Taika Waititi en una especie de ciencia ficción melodramática, subgénero volcado en una realidad donde las pantallas han sustituido las fantasías aportadas por el descubrimiento evolutivo de los terrícolas.
Kazuo Ishiguro planteó en su libro un mundo que cada vez se antoja como más auténtico y perceptible, y al que la versión cinematográfica del responsable de Lo que hacemos en las sombras intentará añadir un efecto de impacto subliminal, concerniente a la insondable incomprensión progresiva entre los seres humanos. Un ecosistema donde los robots consiguen arañar unas pizcas de ensoñación sensitiva mayor de la que poseen sus creadores.
Jenna Ortega se ha mostrado especialmente compenetrada con el universo psicológico de Klara, a la que empieza a encarnar desde el instante en que esta se encuentra en el escaparate de la tienda en la que la venden a la familia de Josie. Un centro comercial que permea a través de sus cristales sus encuentros con el extraño y lejano compañero solar; el cual arropa las incógnitas existenciales de la androide con su presencia constante, invisible, volátil y ardiente.
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