Las posesiones demoniacas sobreviven incluso a la era de Internet. Si los pantalones campana y las camisas floreadas de mercadillo no pudieron impedir que Belcebú imperase en la taquilla a comienzos de los setenta con el Exorcista; ¿cómo lo iban a hacer los ordenadores, la metrosexualidad, la crisis financiera oContinue Reading