0
0
Sylvie Fleury acudirá a Arco 2015, con el stand de la galería mallorquina Horrach Moya. La artista suiza es una de las figuras más destacadas en el llamado Pop Art del siglo XXI.
Captar una sensación y alargarla en el tiempo, reproducir una acceso de glamur a base de colores suntuosos e imágenes sugerentes, hipnotizar con las curvas y las líneas de los objetos cotidianos… Andy Warhol y Roy Lichtenstein apadrinaron un movimiento que, pese a sus numerosos detractores, ha sabido aclimatarse a los huracanes artísticos de los cambios generacionales.
El Pop Art, independientemente del año de su cosecha, siempre estará matrimoniado con la sociedad de consumo. No en vano, sus esencias fueron escanciadas en el barril de la publicidad, y prensadas con el grafismo de carácter multitudinario y contracultural. Elementos consustanciales al ser humano contemporáneo, que siguen protagonizando la existencia de los terrícolas en el siglo XXI.
Dentro de ese cosmos de insinuaciones psicodélicas y sesenteros paisajes, Sylvie Fleury (Ginebra, 1961) se ha convertido en una de las creadoras más aclamadas del panorama internacional. Sus instalaciones y esculturas dialogan con el espectador sobre la vacuidad del victimismo de la moda, al tiempo que ironizan contra el espejismo de la trivialidad.
Ganadora en 2015 del premio concedido por la Sociedad de las Artes de Ginebra, la autora de “The Art Of Survival” expondrá sus famosas setas en Arco 2015 (feria que se desarrollará en Madrid, del 25 de febrero al 1 de marzo), acotada por el stand de la galería mallorquina Horrach Moya.
SYLVIE FLEURY, DISPUESTA A TRAER LA NEW AGE A LA VILLA Y CORTE
El pintor estadounidense James Rosenquist (Dakota del Norte, 1933) suele asegurar a los periodistas que siempre le sorprende que los expertos cataloguen su obra como Pop Art. El responsable de F-111 entiende que en la trayectoria de todo creador hay evoluciones que le alejan o le acercan a un movimiento concreto. Y que sus aspiraciones, en concreto, siempre han ido más allá de una simple asimilación con las piezas de Warhol o Lichtenstein.
Sylvie Fleury parece estar cerca de los planteamientos de Rosenquist, con quien siente una conexión de inspiraciones; como también la muestra hacia su colega californiano Jason Rhoades (1965-2006).
La brillante escultora suiza ha sustentado sus propuestas en apasionados decorados, que recuerdan el lado kitsch y más extravagante de la raza humana. Zapatos con lentejuelas y marmóreos revestimientos, letreros similares a los que cuelgan en los burdeles y los clubs nocturnos, objetos imaginados a partir de parques infantiles… La iconografía que usa la compatriota de Alberto Giacometti parece una especie de híbrido entre las tesis satíricas de Marcel Duchamp y los sutiles argumentos contra el adocenamiento esgrimidos por Andy Warhol y The Factory.
Particular y con voz propia, el universo montado por Fleury juega con los sentidos y los estados de ánimo. Y con los resultados de esos lúdicos encuentros, la helvética ilustra un muestrario de escenas inspiradoras. Libro de visitas trascendente que pronto cubrirá el madrileño salón de Ifema, y que expandirá por sus esquinas los colores del optimismo a cara descubierta.
Más información en
