Jared Leto se introduce en el universo virtual de TRON; la saga cinematográfica que inició su andadura en 1982 de la mano del ingenioso Steven Lisberger, y que ahora afronta el reto de mezclar la realidad con los algoritmos informáticos.
Después de la interesante, aunque algo fallida, TRON: Legacy, el director noruego Joachim Rønning (Piratas del Caribe: La venganza de Salazar) retoma el clásico de los años ochenta en TRON: Ares, para montar una aventura entre dos mundos (el virtual y el palpable y perceptible por la experiencia sensible) que no están tan distanciados como pudiera pensarse en un principio; un par de cosmos mezclados en el film por una diabólica corporación tecnológica, empeñada en controlar el universo en su totalidad.
Rønning pretende huir de las identificaciones simplistas, y aprovecha la irrupción de la llamada Inteligencia Artificial (IA), con el fin de desplegar un sinfín de escenarios atrayentes, en los que los códigos binarios son capaces de transformarse en héroes dotados de cuerpo físico y rasgos humanos. Una especie de conjuro de orfebrería tecnológica en el que es factible librar batallas cruentas, enfrentarse con programas y virus maliciosos y realizar carreras vertiginosas, sobre autopistas a medio camino entre el asfalto quemado y la lubricación virtual.
Jared Leto lidera el elenco interpretativo de la película, a través del rol de Ares: un programa altamente sofisticado que trasciende de la Red al mundo de los vivos, con la misión de impedir que el maquiavélico Julian Dillinger (Evan Peters) controle el planeta desde la potente corporación que dirige con puño de hierro.
Al lado de Leto (quien también ejerce como productor de la movie), Jeff Bridges vuelve a meterse en las costuras gastadas del programador Kevin Flynn, quien en la segunda entrega se había convertido en un programa de comportamiento más bien cuestionable desde el punto de vista ético.
JARED LETO SE SUBE A LA MOTO VIRTUAL Y ALTAMENTE TECNIFICADA DEL AGUERRIDO ARES
Joachim Rønning opta por alejarse de la oscuridad artificial de TRON: Legacy, para regresar a los parámetros más comprensibles de la primera entrega estrenada en 1982. Así es como lo describe el guion elaborado por Jesse Wigutow (Daredevil: Born Again) y Jack Thorne (Wonder), donde el programa Ares es el encargado de protagonizar las hazañas caballerescas, similares a las que antaño llevaban a cabo individuos tan solventes como Lanzarote del Lago y Amadís de Gaula.
La trama del largometraje centra su atención en las posibilidades de crecimiento desbordado e imparable de la Inteligencia Artificial, un sistema de perfeccionamiento racional y expansivo que en la actualidad está generando bastante polémica, y que en la ciencia ficción suele pivotar en torno a las teorías de sustitución de la imperfección humana por la eficiencia de las máquinas y los algoritmos.
Unas tesis que ya estaban presentes en la primera entrega de la saga, la cual dio una profundidad sorprendente al alcance de los antiguos y rudimentarios juegos de Arcade.
TRON: Ares sustenta su propuesta en una huida consciente de la inevitable frialdad que perjudicó a TRON: Legacy. Para conseguir tal objetivo artístico, Joachim Rønning echa mano de una ingeniosa superposición entre la vida virtual y la acción real; todo ello escenificado con un sentido estético casi hipnótico, mediatizado por las deslumbrantes motos luminosas, en las que cabalgan las autopistas los personajes principales de este capítulo supuestamente conclusivo de la trilogía.
Como en las dos partes anteriores, el papel de Kevin Flynn, caracterizado por el inconfundible Jeff Bridges, vuelve a ejercer en calidad de subliminal maestro de ceremonias; cabeza visible o solo audible de una saga que en su día marcó un hito casi profético, y que en este siglo XXI ha pasado a mostrar los efectos que los metaversos incontrolados pueden causar en la actividad cotidiana de los incautos seres humanos.
Nota: TRON: Ares tiene prevista su fecha de estreno para el próximo 10 de octubre de 2025.
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