Demi Moore ha pasado por diferentes estados a lo largo de su carrera interpretativa. Después de ser la actriz mejor pagada de Hollywood (con éxitos de taquilla como Ghost, La temiente O’Neil y Una proposición indecente), el paso de los años deparó a la explosiva estrella de Striptease una pérdida de protagonismo en el escaparate divinizador de la Meca del Cine. Sin embargo, Moore nunca ha parado de trabajar.
El empeño de la ex de Bruce Willis por reclamar un poco de atención audiovisual ha empezado a dar sus resultados, merced a la capacidad de la star nacida en Nuevo México para tomarse a risa la artificialidad que suele acompañar a las chicas que triunfan en las pantallas, aupadas en su mayoría por sus físicos fotogénicos e impresionantes, y ninguneadas en cuanto a su valor profesional.
No obstante, y pese a que la senda tomada por Demi está determinada a luchar con fuerza contra los estereotipos de la belleza y la juventud a ultranza, esto no quiere decir que DM haya optado por huir de la coquetería voluntaria, materializada en su misión por mantener sus excepcionales dotes naturales en un estado que parece vulnerar las leyes del paso del tiempo (la actriz va cumplir sesenta y dos años en noviembre). Algo similar a lo que han conseguido Sharon Stone, Michelle Pfeiffer y Halle Berry, entre otras privilegiadas de la misma generación.
Precisamente, la batalla de Moore se hace más patente ante el estreno del film La sustancia; donde encarna a una antigua diva de Hollywood llamada Elisabeth Sparkle, a la que el transcurso de las décadas ha relegado a un plano de invisibilidad preocupante. Un rol que recuerda ligeramente al de la mítica Gloria Swanson, en El crepúsculo de los dioses.
La directora francesa Coralie Fargeat diseña un relato angustioso, inspirado en una mixtura angustiosa de los desdoblamientos de El extraño caso del doctor Jeckyll y el Sr. Hyde y los misteriosos cambios físicos y pictóricos de El retrato de Dorian Gray. Un caldo de cultivo en el que también es posible localizar algunas influencias de El fantasma de la ópera y de El ansia (Tony Scott, 1983).
DEMI MOORE DESTACA EN “LA SUSTANCIA” POR SU DESCARNADO ACERCAMIENTO A UNA ESTRELLA QUE SE REBELA CONTRA EL PASO DEL TIEMPO
Hollywood siempre ha sido un ecosistema agresivo y cruel contra las actrices que cumplen años.
Ante semejante regla de machismo asfixiante que suelen seguir los grandes estudios, Natalie Wood contaba en ocasiones que, cuando conoció a Marilyn Monroe en una fiesta, se sorprendió de que la sex symbol de Niágara estuviera deprimida y asustada porque se acercaba a los treinta y seis aniversarios; algo que anunciaba el posible fin de su carrera delante de las cámaras.
El personaje de Demi Moore en La sustancia arranca con cincuenta primaveras, aunque se esfuerza seriamente para que no se le note ningún signo de envejecimiento. La mujer presenta un programa de aerobic en la televisión, pero el productor del espacio decide despedirla.
Desesperada, Elisabeth Sparkle se siente hundida, hasta que finalmente accede a un extraño líquido inyectable, que promete el rejuvenecimiento a quien se lo suministra. Al poco de suministrarse el medicamento, la dama de mediana edad se transforma en una veinteañera llamada Sue (Margaret Qualley), a la que se disputan todas las cadenas.
Poco a poco, Sue se enfrenta con Elisabeth, y los celos entre ellas precipitan al rol de Moore a un abismo emocional insondable; el cual se acentúa cuando la protagonista comprueba que el envejecimiento se acelera de manera ineludible tras el suministro excesivo de las inyecciones.
Demi Moore se mete de lleno en la espiral de miedos y frustraciones que experimenta su personaje, lo que desvela el arsenal dramático que posee la otrora protagonista de La letra escarlata. Esto posibilita a los espectadores para comprobar la depurada técnica de una actriz que es mucho más que un rostro atractivo.
Fargeat saca lo mejor de DM a través del guion de La sustancia, como también lo hace desde el punto de vista audiovisual. Terreno en el que destaca la potente banda sonora compuesta por Raffertie; en la que se impone el ritmo de las canciones de Elta James (At Last), DJ Endor (Pump It Up!) y Anna von Hausswolff (Ugly and Vengeful). Melodías a las que se suman los sones del film Vértigo, con la partitura del eterno Bernard Hermann, y de Así habló Zaratustra, de Richard Strauss.
Nota: La sustancia tiene previsto su estreno en España a partir del viernes 18 de octubre de 2024.