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César & Cleopatra desembarca en el Teatro Bellas Artes de la Villa y Corte, para exhibir la agudeza mental y analítica de un par de mitos de la Historia. Magüi Mira dirige un espectáculo cargado de frases cómplices y momentos seductores, en el que Emilio Gutiérrez Caba y Ángela Molina encarnan a los fantasmas del emperador romano y de la reina de Egipto.
Un sueño de poder y gloria marcó el itinerario sentimental del hombre asesinado en los Idus de Marzo y su diva alumbrada en las arenas del desierto. En el momento de su affaire, él contaba 52 años y ella unos 21; pero la pasión desbordada y las artimañas posesivas que ambos enarbolaron les llevaron a protagonizar una relación marcada por puntos oscuros.
George Bernard Shaw fue uno de los que mejor captó ese acuerdo erótico y ambicioso que mantuvieron Cleopatra y Julio César. Un asunto que el genial dramaturgo atisbó con los anteojos de las comedias mordaces e inteligentes. Elemento humorístico que rescata Magüi Mira, para referirse a estos enamorados por intereses contrapuestos: él para satisfacer su libido, y ella para garantizarse un gobierno próspero y seguro.
“La música, la danza y la luz sirven de armas y de artes a cuatro grandes actores que van a hacer gozar y pensar al espectador con el más puro teatro…“, afirma Mira, quien ha apoyado el componente efectivo de su propuesta en las interpretaciones de Emilio Gutiérrez Caba, Ángela Molina, Ernesto Arias y Carolina Yuste.
CÉSAR & CLEOPATRA, SECRETOS DE ALCOBA
Por el texto que presenta el montaje producido por El Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y Pentación Espectáculos, César y Cleopatra parecen gozar en su inmortalidad de todo el tiempo del mundo, destinado a dirimir sus cuitas de pareja: una pelea infinita y cíclica, en la que se suceden los grandes males de la humanidad vistos por las retinas vaporosas de tales puntales de la antigüedad.
Cuando aparecen en escena los espectros o ideas maduras de los clásicos personajes, la amargura y la rabia por la evolución de los milenios hace mella en cada una de sus palabras y expresiones, conscientes de que ellos únicamente son como los granos en la arena del desierto. En el paisaje actual, la mayoría de las magnas construcciones que entusiasmaron a sus súbditos en Roma y en Egipto son carne de turistas ansiosos por consumir cultura al compás de los fogonazos de las cámaras fotográficas, o ruinas amordazadas por el silencio de las centurias y erosionadas por la destrucción de los pueblos.
Una puesta en escena sencilla, sin muchos elementos discordantes, sirve a Magüi Mira para enfocar toda la atención en los cuatro tipos que pueblan el decorado. Un cuadrado de seres viscerales que en realidad son dos, ya que se trata de la misma pareja durante la juventud y en la figurada ancianidad.
Pero, más allá que la mera identificación por edad y vestuario (los personajes de la eternidad van con ropajes actuales, mientras que los supuestamente reales lucen las telas de la época del imperio romano), la obra sugiere un carnavalesco mensaje; relativo a los juicios de valor lanzados al aire por un par de celebridades pretéritas, enquistadas en un desangelado presente y un incierto futuro. Ahí es donde reside la mayor virtud de esta propuesta dramática, la cual mantiene el esquema de un partido de tenis a base de diálogos efectivos, coreografías refrescantes y mucha retranca de imaginaciones peleonas.
Vídeo del montaje llevado a cabo en la 61 edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida
Más información, entradas y horarios
http://www.teatrobellasartes.es
