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Austin Butler nació catorce años después de la trágica muerte de Elvis Presley. Sin embargo, la música imperecedera y los icónicos movimientos del llamado “rey del rock & roll” inspiraron al joven californiano a meterse en el mediático cuerpo del ídolo de Heartbreak Hotel, dentro de la película que acaba de rodar el australiano Baz Luhrmann, sobre el ascenso a la fama del artista alumbrado a mediados de los años treinta, en Tupelo, Mississippi.
A tenor de su currículo, Elvis es sin duda el trabajo de mayor envergadura de Butler: un treintañero que se curtió en la televisión al lado de stars tan atronadoras como Miley Cyrus, cuando todavía era la chispeante Hannah Montana; y que tuvo la ocasión de conocer el lado salvaje y macabro de la Meca del Cine en un intenso viaje a los sesenta, en Érase una vez en…Hollywood (película en la que interpretó el papel del violento y alienado Tex Watson). Una senda profesional que comenzó cuando Austin contaba trece años de edad, momento en que el agente que representaba a su hermana mayor decidió llevarle a los sets de rodaje de diferentes series televisivas de principios del siglo XXI.
Tras unos inicios prometedores en algunas producciones juveniles de Nickleodeon, AB no dudó en afrontar retos cada vez más interesantes y comprometidos, como la parte de James “Wilke” Wilkerson III, en el serial Cambiadas al nacer; Chase, en Arrow; Sebastian Kydd, en The Carrie Diaries; o el de Will Ohmsford, en Las crónicas de Shamara.
Debido a esa lista de caracterizaciones resultonas y esforzadas, Austin logró al fin introducirse tímidamente en el séptimo arte, con pequeñas colaboraciones en films del pelaje artístico de la comedia adolescente Dude (Olivia Milch, 2018), y de la creativa cinta de terror neurótico titulada Los muertos no mueren (Jim Jarmusch, 2019).
AUSTIN BUTLER RECIBE LA AYUDA DEL SÓLIDO TOM HANKS
Los treinta años que acredita Austin Butler se han revelado como ideales de cara a los intereses del director Baz Luhrmann, quien ansiaba localizar un actor con tablas dramáticas suficientes y capacidad de seducción ante la cámara, como para concitar las emociones desbordadas que supone contemplar al Elvis de sus inicios en las radios y los garitos, cuando se presentaba en los escenarios con su propuesta de música heredada de los maestros negros del r&b y del efervescente rock and roll. Un estilo de entender las melodías alicatado con la potencia de las coreografías sudorosas, y las emulsiones profundas y extremas de su singular voz.
La película de Luhrmann recurre a la habilidad gestual y de outsider de las masculinidades rocosas que despliega AB, quien mimetiza su físico con el del cantante de Love Me Tender; y lo ejercita en las miradas, los andares, la caída del tupé, y el implacable salvajismo escénico que el mítico Presley ofrecía en cuanto agarraba una guitarra.
Tal reto ha sido una prueba de fuego para un actor, como Butler, que aún no había dado el salto a los papeles protagónicos; y menos en un blockbuster de las intenciones planetarias de Elvis. Una aventura en la que el californiano no camina solo, ya que obtiene el apoyo y la complicidad de un profesional de las pantallas tan valorado como Tom Hanks, quien se encarga del rol del infalible Coronel Tom Parker: el hombre que descubrió a Presley en toda su extensión de estrella multitudinaria, y que le catapultó a firmar el suculento contrato con RCA.
Aún se desconoce si el biopic de Luhrmann tocará asuntos tan extravagantes en la biografía del marido de Priscilla como el que exhibió el film Elvis & Nixon (Liza Johnson, 2016), en el que Elvis Presley se prestaba a convertirse en espía, para luchar contra el comunismo y el consumo de drogas en USA. Aunque, con independencia de la presencia o no de tal episodio en el guion de Elvis, es probable que AB sí haya tomado nota de algunas de los tics usados por Michael Shannon, para escenificar la faceta más surrealista del genio de Suspicious Minds.
Nota: Elvis tiene previsto su estreno para el próximo 24 de junio de 2022.
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