Ewan McGregor es un actor de constantes giros profesionales, capaz de interpretar a un delincuente en ciernes como Mark Renton (Trainspotting), y hacerlo con igual grado de verosimilitud en la piel un defensor de la paz y la rectitud moral y vivencial, como es el tranquilo jedi Obi-Wan Kenobi.
Semejante virtuosismo para modificar su imagen ha permitido al intérprete escocés forjar una sólida carrera delante de las cámaras, plagada de títulos de indudable calidad artística y humana. Uno de sus últimos trabajos para la pequeña pantalla lo ha efectuado dentro de la psique de un antiguo aristócrata ruso, en la miniserie titulada A Gentleman in Moscow (Un caballero en Moscú): aventura audiovisual financiada por eOne, VIS y Popcorn Storm Pictures, cuya historia escenifica la narrada en la homónima novela escrita por el estadounidense Amor Towles.
El director británico Sam Miller (Krakatoa; The Last Days) es el encargado de traducir en imágenes en movimiento el texto publicado por Towles en 2016, trama que -pese a transcurrir en la Rusia inmediatamente posterior a la revolución bolchevique de 1917– ha sido grabada en diferentes lugares de Inglaterra (la ciudad de Bolton, Halifax, el oeste de Yorkshire y Leeds). Una labor realmente complicada e ingeniosa, cuyas trazas artísticas recuerdan vagamente a las ejecutadas por David Lean, cuando transformó la España de 1965 en la gélida estepa de Doctor Zhivago.
A lo largo de ocho episodios, los espectadores tendrán la oportunidad de contemplar la agitada existencia del conde Alexander Ilyich Rostov, nacido en San Petersburgo, el 24 de octubre de 1889.
Este personaje ficticio da la oportunidad a Ewan McGregor de fantasear con los cambios bruscos en la vida del noble eslavo, quien pasa con suma rapidez de los ambientes exclusivos del París de la bohemia y las fiestas a las estrecheces de una desangelada y terrorífica cárcel rusa, en el embrión de lo que pronto se convertiría en la Unión Soviética (U.R.S.S.).
EWAN McGREGOR VIAJA A LA RUSIA DE LA REVOLUCIÓN DE 1917, EN LA MINISERIE “A GENTLEMAN IN MOSCOW”
La técnica del flashback (muy presente también en la novela original) sirve a Sam Miller para ilustrar el universo del desconcertante Alexander Rostov. Aunque el papel que caracteriza Ewan McGregor goza de toda clase de privilegios, en un país en el que la mayor parte de la población muere de hambre en las calles; la supuesta felicidad que le otorga la seguridad monetaria conlleva igualmente el ácido poso de la muerte, presente desde su niñez, con la desaparición de sus progenitores por cólera (hecho que sucede cuando Rostov tiene once años).
Solo y al cargo de su hermana Helena, el joven Alexander es amparado bajo la tutela del gran duque Demidov y de su abuela paterna; lo que viene asociado a una relación familiar escasa en atenciones, y pródiga en desafecto; hasta que el aristócrata cumple la mayoría de edad, y se abandona a una vida plena de desenfreno y hedonismo.
Ewan McGregor parece alguien distinto, disfrazado como el elegante conde Rostov. El pelo claro del actor británico ha sido oscurecido notoriamente: una cabellera que ahora luce rizada, en vez de su habitual lisura. Tales retoques estilísticos contribuyen a fortalecer la caracterización de EMc, quien ha practicado incluso el acento ruso, para hacer más verosímil su personaje.
En busca de esa ligera fidelidad con la novela de Amor Towles, el guion de Ben Vanstone y Nessah Muthy ha aprovechado la atrayente fórmula narrativa a base de flashbacks ideada por Amor Towles, aderezada con una evolución cronológica muy precisa, que comienza el día en que Alexander Ilyich Rostov es encausado por cargos de traición.
Nota: Amor Towles señaló este mes de diciembre como la fecha de estreno del primer episodio de A Gentleman in Moscow, en la plataforma estadounidense de Showtime.
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