Natalie Erika James estaba particularmente interesada por experimentar similares sensaciones terroríficas a las vividas por el cineasta polaco Roman Polanski, cuando este rodó La semilla del diablo, en el lejano año de 1968. Sin embargo, hay sustanciales diferencias entre ambas obras.
Mientras que en la célebre película de Polanski los exteriores del ficticio edificio neoyorquino Bramford fueron grabados tras usar la fachada del polémico inmueble llamado Dakota (donde falleció John Lennon, y con el que se asocian todo un sinfín de leyendas sobre brujería y ritos satánicos), Natalie Erika James ha construido el siniestro bloque de apartamentos -descrito por Ira Levin en la novela publicada en 1967– en Londres, con ayuda del diseñador Simon Bowles (Un lugar tranquilo: Día 1).
Esta decisión ha permitido a la cineasta de la asfixiante movie The Relic jugar con los escenarios de una forma más libre, sin estar sujeta a los márgenes espaciales que un habitáculo real pudiera presentar de cara a los movimientos de cámara. Asimismo, la directora oceánica ha evadido las posibles hordas de curiosos, los cuales agobiaron a Polanski y a su equipo durante la filmación de La semilla del diablo. Unos problemas que también sirvieron para promocionar el relato, al asociarlo con las maldiciones que albergaba el aterrador Dakota.
En similar sintonía a la del igualmente inexistente Hotel Overlook, de El resplandor, el Bramford adquiere el protagonismo situacional en un guion que versa sobre la llegada del hijo de Satanás a la Tierra, y que en la precuela ideada por Natalie Erika James se torna como un misterio apocalíptico, que se cuela entre las paredes de la propiedad, dentro del vetusto ascensor o frente a la decadente portería de tintes desconcertantes.
Las calles de la urbe del Támesis disfrazan así su fisonomía elitista, para aparentar ser la ciudad de Nueva York en 1965, cuando transcurre la historia de Apartment 7A.
Los guionistas Christian White, Skylar James y la propia Natalie Erika James sitúan el arranque de la acción justo un poco antes de que Rosemary Woodhouse (Mia Farrow) y su esposo alquilaran el apartamento que antes disfrutaba una bailarina caída en desgracia, la cual se precipita al vacío desde la ventana de su domicilio, justo en los primeros acordes de La semilla del diablo.
Los problemas de la citada danzarina, nominada Terry Gionoffrio, conforman el núcleo central del argumento de Apartment 7A. Un personaje que ha caído en las manos de la actriz neoyorquina Julia Garner (Ozark), y que mantiene la tensión emocional a través de un conjunto de desgracias existenciales, que la llevan a estar atrapada en las garras de los siniestros hechiceros identificados como Margaux (Dianne Wiest) y Roman Castavet (Kevin McNally).
NATALIE ERIKA JAMES INTENTA TOMAR EL PULSO ESCÉNICO DE ROMAN POLANSKI Y DE “LA SEMILLA DEL DIABLO”
Appartment 7A no esconde la devoción artística que Natalie Erika James siente hacia la movie ideada por Roman Polanski. La cineasta criada entre Australia y Japón incluso ha querido conservar en su largometraje -en pequeñas colaboraciones- los roles de Rosemary (Amy Leeson) y Guy (Scott Hume), dentro de esta especie de bucle demoniaco que describe el libreto original.
La semilla del diablo arrancaba con la llegada de los Woodhouse al edificio Bramford, donde conocen a la simpática y peculiar vecina llamada Margaux “Minnie” Castavet (interpretada en 1968 por la oscarizada Ruth Gordon). Ahora, el relato marca unas ligeras diferencias con respecto al de 1968 y al de novela precedente de Ira Levin; pero -no obstante- confluye en un desarrollo bastante parecido.
En Appartment 7A, Terry Gionoffrio (Julia Garner) se resguarda en el siniestro bloque de pisos del Branford cuando esta se asomaba al abismo de la muerte. Tras ver truncada su carrera como bailarina por una lesión, la joven deambula por las calles, sujeta a la adicción a las drogas; hasta que recibe la ayuda de un matrimonio mayor, compuesto por Minnie y Roman Castavet.
Los Castavet son amables y cariñosos, y le regalan a Terry la seguridad de un hogar, al alquilarla el apartamento 7A, del complejo donde ellos residen. Pero esta aparente felicidad se transforma progresivamente en un infierno, cuando la protagonista descubre los motivos ocultos que mueven a sus falsos protectores.
Ante las preguntas de la revista Vanity Fair, Natlie Erika James confesaba que nunca deseó realizar un remake del clásico de Polanski, sino una película diferente, responsable de una atmósfera gótica genuina y singularizada. Unas afirmaciones que también alejan su propuesta audiovisual de la novela escrita por Ira Levin.
Precisamente, algo parecido quiso hacer el cineasta Sam O’Steen, cuando en 1976 estrenó en el canal ABC de USA el telefilm titulado Look What’s Happen to Rosemary’s Baby. En esa ocasión, Patty Duke (quien fue testada por Polanski para interpretar La semilla del diablo, antes de que los responsables contrataran a Mia Farrow) se caracterizó como la asustada e ingenua Rosemary Woodhouse, mientras que un desconocido Stephen McHattie hacía lo propio con el satánico vástago de Rosemary.
Tanto Appartment 7A como la obra de O’Steen toman como referencia escénica y conceptual la movie de 1968, para desplegar su propio universo de maleficios y abusos sexuales ritualizados. Todo un compendio de terrores nocturnos y añejos, que intenta recuperar el impulso de una de las películas de terror más recordadas de la historia del séptimo arte.
Nota: Paramount+ tiene previsto el estreno de Apartment 7A para el próximo 27 de septiembre de 2024.
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