Glen Powell es consciente de que, pese a su cuidada musculatura de gimnasio, no acredita la anatomía de acero que exhibía Arnold Schwarzenegger en Perseguido (The Running Man); pero eso no ha sido un obstáculo para que el director británico Edgar Wright (Baby Driver) le haya otorgado el rol principal en el remake de la mencionada movie, interpretada en 1987 por el alter ego de Conan más popular en el séptimo arte.
Las diferencias entre Powell y Schwarzenegger son notorias y abundantes, pero el actor texano fue seleccionado merced a su capacidad para meterse de lleno en papeles motivados por la acción más desenfrenada; y, en ese territorio tan escurridizo, GP ha salido airoso en numerosas ocasiones a lo largo de su trayectoria profesional (Hitman, Twisters…). Precisamente, su implicación absoluta con el remake de The Running Man fue el plus que buscaba Wright para diseñar con verosimilitud la sociedad distópica que describe el argumento del film, basado en la novela homónima de Stephen King.
No obstante, las distinciones entre las dos versiones de The Running Man no se limitan simplemente a la discordante naturaleza de los respectivos protagonistas, ya que también existe una variante escenográfica realmente interesante. Mientras la película dirigida por Paul Michael Glaser ( el célebre detective moreno de la serie Starsky & Hutch) desplegaba un cosmos de apabullante cromatismo y excentricidad alienante, Edgar Wright toma el camino de retratar un universo gris y deprimido en sus cimientos, sin la amalgama de neones ensordecedores y traca apabullante que sí primaba en la movie liderada por Arnold Schwarzenegger.
Estas distinciones en el tono general del largometraje hacen también mella en el personaje que encarna Glen Powell, ahora transformado en un trabajador que busca dinero para salvar a su hija enferma; mientras en la versión de 1987 Schwarzenegger encarnaba a un policía al que acusaban injustamente de asesinar indiscriminadamente a un grupo de civiles, durante una revuelta en una zona de la ciudad californiana de Bakersfield.
GLEN POWELL SE ENFRENTA A UNA SOCIEDAD ALIENADA Y MOVIDA POR LA VIOLENCIA EXTREMA, EN “THE RUNNING MAN”
Resulta curioso comprobar cómo Stephen King supo diagnosticar el futuro de la sociedad norteamericana en The Running Man, y lo hizo a través de una novela corta de ciencia ficción que apareció en 1982. El calificado como genio del terror firmó el texto bajo el pseudónimo de Richard Bachman, y describió un contexto en el que los realities más salvajes son seguidos por una población incapaz de plantar cara a un estado policial y represivo. Todo esto mucho antes de la proliferación de este tipo de espacios de entretenimiento en las cadenas televisivas y en las plataformas en streaming a nivel planetario que se observa en la actualidad; y bastante antes del desembarco de Donald Trump en la Casa Blanca, con sus polémicas medidas para controlar a los que no siguen sus ideas y sus dictámenes políticos.
La realidad que muestra The Running Man en la adaptación de Edgar Wright es la de unos Estados Unidos lastrados por las diferencias de clase, donde los ciudadanos más pobres están privados de los derechos más necesarios, como son la sanidad y la educación. Este envoltorio de denuncia se ubica en el año 2035 (en la película de Paul Michael Glaser era en 2017), y sus entrañas se parecen mucho a las que ilustraron la angustia estadounidense de la época de la depresión, en 1929 y en 2008.
El guion de esta segunda escenificación de Perseguido sigue la estela del desesperado trabajador llamado Ben Richards (Glen Powell), quien acepta participar en el concurso llamado The Running Man, para salvar la vida de su hija enferma. El productor del espacio televisivo (Dan Killian, a quien presta su físico Josh Brolin) ofrece al protagonista un billón de dólares si puede sobrevivir treinta días, mientras es buscado por unos peligrosos y mortíferos “cazadores”.
Solo y en las calles de la ciudad, Ben recibe la ayuda de algunos simpatizantes, que conforman la oposición escondida contra el gobierno autoritario que mueve los hilos de la nación; al tiempo que convence al hipnotizado público de la injusticia que supone rendirse a las consignas homicidas de unos medios de comunicación abonados a las noticias falsas y a los montajes propagandísticos.
Edgar Wright ha rodado The Running Man en Reino Unido, en torno a lugares tan emblemáticos como el estadio de fútbol de Wembley; todo ello adornado con la pirotecnia audiovisual aportada por la empresa Industrial Light & Magic.
Nota: The Running Man tiene previsto su estreno en las salas de cine españolas a partir del próximo 7 de noviembre de 2025.
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