Guillermo del Toro siempre ha confesado la atracción mitómana que siente ante la historia de Frankenstein. La hondura existencialista, el dolor intenso y la amargura que trasmiten el relato decimonónico de Mary Shelley atrapó al cineasta de La forma del agua desde su niñez de cine clásico, y de lecturas apasionadas al calor fugaz de una linterna. Un amor apasionado y simbólico que Del Toro ahora desborda con su peculiar adaptación del “moderno Prometeo“. El resultado, a tenor del tráiler oficial publicitado por Netflix, parece ser un film barroco y laberíntico, en el que las cuestiones relativas a la moral y la ética se expresan con gestos voluntariamente enfebrecidos, tras los que se cuelan los abismos a los que intentaba dar una luz tímida y desconcertante la imaginativa Mary Shelley.
La relación profesional del director de La cumbre escarlata con Frankenstein viene de lejos. Más de una década de encuentros y desencuentros resumen la ambiciosa aventura de Guillermo del Toro. Durante más de un lustro, la simple posibilidad de realizar uno de los sus mayores sueños y transformarlo en una película le daba un cierto vértigo, cuando parecía que se acercaba el momento de la verdad. Tal era el miedo a decepcionarse a sí mismo, que el creador centroamericano dejó escapar la opción de inscribir su Frankenstein en el programa de Dark Universe, con el que Universal Pictures intentaba recuperar algunos de los grandes clásicos del cine de terror.
Sin embargo, semejante retraso en su decisión ha acabado favoreciendo a Del Toro; ya que la idea del responsable de Mimic no corre pareja en su totalidad al Frankenstein que Universal Pictures inmortalizó en 1931, de la mano de Boris Karloff y James Whale; sino que se centra más en explorar el terreno del desamparo emocional que sí recogía la película de Christopher Lee con la Hammer (La maldición de Frankenstein) y la adaptación de 1994 de Kenneth Branagh,
El guion de esta visión de Frankenstein es, según las palabras del propio Guillermo del Toro, una mixtura de lo contado en Frankenstein (James Whale, 1931) y La novia Frankenstein (James Whale, 1935); relato sinuoso que está enlazado con una urdimbre trágica y melodramática, donde la locura se viste de ambiciones sobrenaturales y endiosamiento científico.
Pese a las numerosas adaptaciones llevadas a cabo hasta la fecha, para el cineasta mexicano todavía hay aspectos de la novela original de Mary Shelley que no se han escenificado, y esos espacios inéditos son los que pretende mostrar el responsable de El laberinto del fauno.
GUILLERMO DEL TORO INTENTA CONCITAR LOS ELEMENTOS MÁS OSCUROS QUE RODEAN A LA HISTORIA DE “FRANKENSTEIN”
El tráiler de Frankenstein ensamblado por Guillermo del Toro se centra en la figura del desatado y enfermizo doctor Victor Frankenstein (Oscar Isaac), cuando descubre la capacidad de la electricidad para dotar de vida a un cuerpo muerto. Unos momentos de intensidad neurótica, que el actor exhibe con una mirada psicopática y un sudor que ahoga cada uno de sus espasmódicos movimientos. Tales fotogramas de desfogue profesional se atenúan con la oscuridad palpitante de los hielos, en los que el facultativo y su criatura se enfrentan a sus miedos, amarguras, pecados; y donde esgrimen sus diferentes modos de entender la eternidad.
Del Toro utiliza un barroquismo gótico muy en consonancia con la película de James Whale, pero le añade un ingrediente de humanismo candente, que obliga al mal llamado monstruo a demandar la razón de su existencia, lastrado por la asunción de que su alma es un rompecabezas de laboratorio quirúrgico y no un concepto espiritual.

La ciudad canadiense de Toronto y la Royal Mile de Edimburgo han servido de localizaciones principales para escenificar el curso abismal que describe Frankenstein. Un itinerario de imágenes sublimadas en su simbolismo depresivo, donde Chris Isaac y Jacob Elordi ejercen los papeles del doctor/padre y de la criatura/hijo. Precisamente, el personaje del “monstruo” es uno de los que más le ha costado esculpir a Guillermo del Toro. Al principio, Benedict Cumberbatch era el intérprete demandado, pero no fue posible contratarle. Después, Andrew Garfield estuvo muy cerca de portar las vendas de la criatura pensada por Mary Shelley, aunque tampoco resultó. Al final, el australiano Jacob Elordi es quien ha obtenido el premio de suceder a actores de la talla de Boris Karloff, Christopher Lee, Michael Sarrazin, Robert de Niro y Daniel Radcliffe, entre otros.
Junto a Isaac y Elordi, Mia Goth (como la bella y frágil Elizabeth Lavenza), Lars Mikkelsen (Capitán Anderson), Christoph Waltz (Doctor Petrorius), Christian Convery (joven Victor), David Bradley (el hombre ciego) y Charles Dance completan el nutrido elenco interpretativo, que conforma esta nueva y voluntariamente gótica adaptación de la inmortal novela corta de Mary Shelley.
Nota: Frankenstein tiene previsto su estreno en el mes de noviembre. Como datos adicionales, la banda sonora del film está compuesta por el francés Alexandre Desplat (El gran hotel Budapest) y la fotografía está diseñada por el danés Dan Laustsen (El vigilante nocturno).
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