Los relatos del pasado comprobable aunque sea a medias -los que dan pie a ficciones más o menos creíbles relativas a individuos, objetos y acontecimientos que aparecen en los manuales sobre tiempos pretéritos- han generado en las últimas décadas una corriente bastante caudalosa de superventas literarios. Probablemente, Dan Brown es el nombre más destacado de esa hornada de “investigadores” -dados a fantasear con las existencias de los personajes célebres-; como, por ejemplo, lo refleja el éxito avasallador de su obra El código da Vinci, con la que extrajo oro en barras apoyado en los misterios supuestamente albergados en la mente del maestro renacentista del título. Pero el estadounidense no ha sido el único en llenarse los bolsillos y su cuenta corriente con la “Historia imaginada”. Hay otro autor que, si se permite la licencia, lleva ya algunos años haciendo sombra al narrador de Ángeles y demonios. Semejante figura estelar, en el cosmos de la edición seriada, responde a la identidad de Steve Berry (Estados Unidos, 1955).
Este antiguo abogado, con planta de presentador de noticiario televisivo, ha conseguido la nada despreciable cifra de unos once millones de ejemplares vendidos de sus trabajos; a la par de lograr que sus palabras hayan sido traducidas a más de treinta y siete lenguas de cincuenta países. La fórmula utilizada parece de sencilla aplicación; aunque, a tenor de los que no superan el listón, no lo es tanto. Berry basa sus argumentos en personalidades reconocibles con abundantes claroscuros psicológicos y vivenciales, agrupaciones secretas que peinan centurias y revelaciones más que chocantes sobre tipos tan importantes en el devenir de la Humanidad como Carlomagno, el clan de los Romanov o el mismo Napoleón Bonaparte.
Durante los tórridos meses veraniegos de 2011, este amante de las épocas pretéritas (ha fundado junto a su esposa Elizabeth la organización History Matters, para la defensa del patrimonio) presenta a sus seguidores dos manuscritos, a cual más espectacular en su trama y en las implicaciones delictivas y hasta homicidas de grandes nombres de nivel planetario.
The Jefferson Key es el título de la séptima aventura de uno de sus protagonistas habituales: el ex trabajador del Departamento de Justicia Cotton Malone. Este hombre de carácter algo arisco -natural del estado sureño de Georgia y poseedor de una mente especialmente concebida para recordar sin problemas objetos, imágenes, palabras y números- se ve envuelto en un mortífero viaje en el que tendrá que salvar la vida –en el corazón de Manhattan- al inventado presidente de EE. UU Danny Daniels. Pero este detonante no es más que un caramelo servido al lector por parte de Berry, para que descubra más adelante relaciones misteriosas en las que se enlazan los asesinatos de Lincoln (1865), Garfield (1881), McKinley (1901) y Kennedy (1963); aparte de la Commonwealth y un extraño documento guardado como legado por el Presidente Jefferson. Todo ello, el antiguo letrado lo reduce a la siguiente cuestión: ¿Qué pasaría si una misma razón explicase los cuatro asesinatos de mandatarios estadounidenses durante el siglo XIX y el XX? Malone y su inseparable Cassiopeia Vitt deberán salvar numerosos peligros para responder a esa pregunta.
Por su parte, The Devil’s Gold vuelve a contar en su devenir argumental con el infalible y padre divorciado Cotton Malone. En esta oportunidad, el texto comienza con la depresión profesional de un agente secreto llamado Jonathan Wyatt, conocido en el servicio de inteligencia por el apodo de La Esfinge. Este individuo de naturaleza violenta posee en la cartera de los encargos a cumplir el de acabar con la existencia de Malone y de su amigo Christopher Combs. Tal asunto, lleva a estos hombres a Sudamérica; donde descubrirán, en medio del caos, increíbles acontecimientos relacionados con la extinta Segunda Guerra Mundial. En concreto, se trata del alumbramiento en los cuarenta de un presunto vástago cuyos genes son una mezcla de los de Martin Bormann (secretario personal del Führer) y la amante de Hitler, Eva Braun. Un hallazgo de importancia bastante resaltable de ser cierto; y que puede convertirse en la clave para localizar el oro perdido del gobierno nazi o para la formación del cuarto Reich.
Publicados ya en la tierra de Scott Fitzgerald, ambos volúmenes se han colocado en lo más alto de las listas de los best sellers elaboradas por los rotativos más señeros del país de las barras y estrellas. No obstante, en España los lectores deberán contentarse con la compra de La búsqueda de Carlomago; ya que, a pesar de que su impresión original data de 2008, es la última obra del responsable de El club de París aparecida en las librerías traducida al idioma de Cervantes. Por lo tanto, si se sigue con la coherencia cronológica, La tumba del emperador será el próximo texto firmado por Berry en asaltar las librerías de la Piel de Toro. En cuanto a este título, la acción tiene a Cotton Malone como principal motor, quien deberá enfrentarse a numerosas conspiraciones para descubrir el sepulcro del primer emperador de China.
Adrenalina mediada en cada página, sociedades de la antigüedad que regresan al presente en forma de herencias malditas, epopeyas basadas en un simple reflejo de la realidad, tesis fundamentadas en fantasías aparentemente razonables y coherentes con lo acontecido en centurias anteriores y héroes dotados de su propia idiosincrasia son los ingredientes utilizados por Steve Berry para no aburrir. Unos guisos que concitan a multitud de aventureros de tinta y papel, que se queman las pestañas con tal de alcanzar el final de las historias imaginadas por el narrador norteamericano desde su residencia en la bella ciudad de St. Agustine, en Florida.
Más información en http://www.steveberry.org