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Christoph Waltz (Malditos Bastardos) parece haber convencido al cineasta británico Stephen Frears (Las amistades peligrosas) para encarnar al magistral Billy Wilder, el director responsable de films tan míticos como El apartamento, Con faldas y a loco y El crespúsculo de los dioses.
El actor vienés no presenta los rasgos físicos del creador fílmico de origen polaco, pero la capacidad de mimetización del intérprete del antagonista de James Bond en Spectre bien podría paliar las diferencias sustanciales entre sus rasgos y el que fuera ganador de seis Oscars de Hollywood.
El motivo por el Waltz espera emular a Wilder en su época final es la grabación de la película Wilder and Me: el nuevo proyecto del ingenioso y valorado Stephen Frears, movie que escenifica el interesante libro homónimo de Jonathan Coe, publicado en 2020.
El argumento gira en torno al momento en que Billy Wilder afrontaba la elaboración de su penúltima película, la desconcertante Fedora (1978). Después del tropiezo en las taquilla de En bandeja de plata, Wilder buscaba una trama con la que recuperar la confianza del público, y encontró lo que anhelaba en un relato corto del autor Tom Tryon. El texto versaba sobre una antigua gloria del cine mudo venida a menos, la cual se suicida de una manera similar a la ejecutada por Ana Karenina, en la novela de Tolstoi. Tales rieles melodramáticos activaron la prodigiosa mente Wilder, quien pudo reverdecer sutilmente los recuerdos de El crespúsculo de los dioses, mientras trabajaba en Fedora.
Frears se encuentra en estos momentos reuniendo el dinero suficiente con el que poner en marcha el proyecto de versionar en la pantalla grande las aristas humanas contenidas en las páginas de Wilder and Me. Una empresa para la que cuenta con el austriaco Christoph Waltz como buque insignia, aparte de Jon Hamm (el icónico Don Draper de la serie Mad Men se encargaría de emular a William Holden), John Turturro (quien ha sido elegido para poner rostro al guionista I. A. L. Diamond) y Maya Hawke, como la sorprendente e impresionable Calista.
CHRISTOPH WALTZ VUELA CON STEPHEN FREARS AL UNIVERSO DE FOTOGRAMAS E HISTORIAS QUE DIERON PIE AL FILM “FEDORA”
Fedora es una obra extraña y desconcertante.
Billy Wilder y el guionista I. Al L. Diamond se sintieron subyugados por el poder intrínseco de esta historia de transformación psicológica ideada por Tom Tryon, de huidas urgentes del mundo de la realidad y de actos posesivos surgidos de la fascinación que transmite la inmortalidad de los ídolos caídos. Todo un compendio de sensaciones, que ambos intentaron concitar en el metraje de una movie muy maltratada por la crítica especializada en el momento de su estreno, y que ha ganado su aura hipnótica con el paso de las décadas.
El argumento de la película de Frears no accede directamente a la trama desde el rodaje de Fedora, sino que lo hace a través de los recuerdos de Calista Frangopoulou; una compositora de bandas sonoras de origen heleno, que se plantea su existencia a los cincuenta y siete años de edad, desde la ciudad de Londres en la que reside. Con su casa como lugar de memorias pretéritas, este personaje viaja al pasado, para revivir el instante casual en que conoció al gran Billy Wilder, el cual comenzó en una estancia en Los Ángeles, en la década de los setenta del siglo XX.
Desde la ciudad que alberga la Meca del Cine, Calista se traslada a Corfú, donde se reúne con el equipo de rodaje de Fedora, avalada por una amiga que está muy relacionada con el guionista I. L. A. Diamond. La joven música acepta cualquier encomienda para permanecer al lado de alguien tan especial como Billy Wilder, al que sigue incluso a Alemania, donde se desarrolla parte del argumento del film protagonizado por Marthe Keller.
Según la novela original, la cinta de Frears -aparte de concitar a Wilder, Holden y Diamond– deberá mostrar la aparición breve de personajes tan míticos como Audrey Wilder (la segunda esposa de Billy Wilder), el compositor Miklós Rózsa, el cineasta Eric Pressburger, el actor Peter Lorre y la esbelta y bella intérprete Marthe Keller.
El proceso de creación de Fedora supuso un cúmulo de obstáculos, que Wilder tuvo que solventar al borde del fracaso. Lo ajustado del presupuesto fue una de las principales barreras, pero también hubo otras de ámbito artístico, con la negativa de Marlene Dietrich a hacerse cargo del rol de la desencantada actriz en el crepúsculo de su existencia que da título al largometraje. En definitiva, una montaña rusa de decepciones y esperanzas, que Stephen Frears pretende narrar a través de la mirada hambrienta y curiosa de la joven Calista.
