Sandokan, el Tigre de Malasia

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Sandokan narraba, a lo largo de seis episodios, los amores trágicos del pirata denominado El Tigre de Malasia con la bella Lady Marianna Guillock.

La serie, producida por la RAI (en colaboración con O.R.T.F. y Bavaria Film), acaparó un total de veintisiete millones de espectadores solamente en Italia.

Sergio Sollima dirigió la obra, que catapultó al entonces desconocido Kabir Bedi al estrellato de la pequeña pantalla, a finales de los setenta.

Sandokan fue uno de los seriales más famosos en la España de la Transición

Cuando la televisión pública transalpina dio luz verde para el proyecto de Sandokan, los responsables del canal eran conscientes de que tenían entre manos un material altamente atractivo de cara a las audiencias de cualquier país y condición.

Ya de por sí, y sin un guion que llevarse a los ojos, el molde que suponía la novela de Emilio Salgari (nominada Los tigres de Mompracem) hacía augurar un éxito bastante cuantioso a la aventura propuesta por el cineasta Sergio Sollima (gran aficionado a los textos del autor veronés).

Pero, incluso con las dudas de si la cosa podría tener algún viso de naufragar, los directivos del canal disponían de los estupendos datos de taquilla obtenidos por la adaptación a la pantalla grande que llevó a cabo Umberto Lenzi, en 1963, bajo el título de Sandokan, el magnífico.

De esta manera, la empresa tomó cuerpo en forma de ambiciosa coproducción, entre el País de la Bota, Francia y Alemania. Y Sandokan comenzó a gestarse en los estudios bávaros que acogió su millonaria grabación.

Sandokan no habría tenido el mismo impacto de no haber contado con Kabir Bedi

Después de que un ídolo de masas como Steve Reeves encarnase al príncipe malayo en 1963, los encargados del casting tuvieron el reto de dar con un intérprete con semejante magnetismo que el desplegado por el culturista estadounidense, para caracterizar al atlético pirata inventado por Salgari. Y con este propósito, los productores se pusieron manos a la obra, con el fin de testar a las estrellas del momento; aunque, al final, el premio se lo llevó un joven indio llamado Kabir Kebi, totalmente desconocido en Europa y Estados Unidos.

Bedi convenció a todos, en cuanto lució el turbante del héroe, y se puso a fusilar la cámara con su mirada de acero. Un descubrimiento que hizo soñar a la RAI con alumbrar uno de los mayores hitos televisivos de la década en el Viejo Continente.

SANDOKAN PUEDE CON JAMES BROOKE

Algunas alteraciones con respecto al texto original de Salgari dotaron a la miniserie de una singularidad resultona, acompañada por los inventivos decorados, que remitían a filmes de culto dentro del género de aventuras exóticas, tales como El tigre de Esnapur y La tumba india.

Con semejantes mimbres, los guionistas vistieron al príncipe Sandokan enfrentado a un malvado inglés bautizado James Brooke, y enamorado hasta las trancas de una dama de alcurnia conocida como La perla de Labuán.

Sandokan mostró una manera de hacer televisión distinta a la que se conocía hasta el momento

Los inolvidables paisajes selváticos (muchos de ellos rodados en los estudios de Baviera), las luchas vertiginosas entre barcos de fragilidad pasmosa, los duelos con armas arrojadizas y las constantes escapadas en el último momento del Tigre de Malasia conectaron con los televidentes desde su primera emisión (efectuada en enero de 1976) .

Unos seguidores que convirtieron la banda sonora de Guido y Maurizio de Angelis en uno de los discos más vendidos en Italia, durante 1976 y 1977.

El éxito masivo de Sandokan provocó que Kabir Bedi se convirtiera en un ídolo de la noche a la mañana, y le ayudó a iniciar una carrera en el cine, que culminó con su participación como uno de los malos en el largo Octopussy, perteneciente a la saga de James Bond. Un lanzamiento internacional en el que el actor nacido en Bombay estuvo secundado por la impresionante Carole André (Lady Marianna), y los veteranos Philippe Leroy, Adolfo Celi y Hans Caninenberg.

Años más tarde de la celebrada producción, la nostalgia hizo que la RAI intentara recuperar la gloria pretérita generada por el multitudinario serial de 1976, con una secuela de cuatro episodios exhibida en 1996, y titulada El retorno de Sandokan.

Sin embargo, el momento aventurero de antaño ya había dejado paso a trabajos de otra naturaleza, y las historias del Tigre de Malasia no arrancaron resultados tan llamativos como su precedente setentero, y eso que Kabir Bedi volvió a encarnar su personaje fetiche (ahora con cincuenta años, frente a los treinta de la primera vez).

No obstante, el ligero tropiezo de la forzada continuación no eclipsó la brillantez arrebatadora, con la que Salgari dominó las pantallas caseras dos décadas antes.

Carole André transmitió a la perfección la inmaculada belleza de la enamorada de Sandokan

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