Salinger sigue fascinando

Philippe Falardeu (La buena mentira) adapta al cine la novela de Joanna Rakoff, "Mi año con Salinger": una entretenida historia sobre una joven aspirante a escritora, que se encarga de contestar las cartas de los fans del responsable de "El guardián entre el centeno".
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Salinger se expresa con las palabras de Joanna (Margaret Qualley, en la foto), en “Mi año con Salinger”

Salinger siempre fue un misterio: uno de esos genios en la sombra, que se apeó del tren de la fama mientras el mundo literario seguía sumido bajo el influjo de Holden Caulfield, el teenager díscolo y outsider de El guardián entre el centeno.

Desde 1951 (año en que apareció en las librerías El guardián entre el centeno), Jerome David Salinger se embarcó en una progresiva renuncia de cualquier actividad social, y sus legiones de seguidores comenzaron -a partir de tan drástica voluntad- a imaginar historias sorprendentes sobre los verdaderos motivos de su decisión, y sobre la posibilidad de que alguna vez surgiera un título con similar fuerza a la desplegada por The Catcher in the Rye. Lo cierto es que las publicaciones posteriores a la obra protagonizada por Caulfield (Nine Stories; Franny y Zooey, o las novelas cortas sobre los Glass) nunca lograron igualar la rebeldía y la agonía juvenil que destilaba -en cada frase y acción autodestructiva- el elocuente y asfixiado adolescente de su creación más determinante y recordada.

A semejante realidad se unió el hecho de la desaparición programada de Salinger, quien extremó en exceso la preservación de su privacidad. Dos elementos que contribuyeron a forjar la leyenda de malditismo con la que el neoyorquino vivió la mayor parte de su vida.

El guion de Mi año con Salinger comienza en 1995, cuando el escritor contaba setenta y seis años; y el único lazo que mantenía con su antigua existencia era a través de su agente literaria, Phyllis Westberg (bautizada en la película como Margaret). Ella se encargaba de regalar a los admiradores J.D.S unas cuantas líneas de vez en cuando, siempre mecanografiadas al estilo de los años cincuenta y sesenta, intentando copiar el suculento discurso y las formas del insigne literato.

Aunque, para ser exactos, la ejecución de esta tarea no estuvo llevada a cabo enteramente por la importante representante y editora de Harold Ober Associates; sino que por un tiempo corrió a cargo del talento y las ganas de una joven universitaria: una chica que respondía al nombre de Joanna Rakoff.

Fruto de las horas ante al teclado de una inspiradora máquina de escribir, la mencionada hacedora de misivas redactó un libro de tintes autobiográficos, titulado Mi año con Salinger (Bruguera), que ahora ha transformado en película el canadiense Philippe Falardeu.

Mi año con Salinger es un relato autobiográfico, de Joanna Rakoff

La norteamericana Margaret Qualley (Érase una vez en… Hollywood) es la encargada de meterse en el personaje de la luchadora Joanna; a la que interpreta a través de las encrucijadas emocionales, que las falsas cartas de Salinger generan en su interior, conforme avanza en su relación con el mítico autor estadounidense. Una labor de introspección en la psique de alguien al que ni siquiera conoce personalmente, y que encima es un genio; para la que Qualley obtiene el apoyo escénico de Sigourney Weaver (Alien), Douglas Booth (Mary Shelley) y Colm Feore (Chicago), entre otros.

SALINGER HIZO ENORME SU AUSENCIA

Pese a que los testimonios de algunos de los escasos allegados al literato de El guardián entre el centeno versan sobre el carácter un tanto obsesivo y bastante difícil del neoyorquino, la huella imborrable de la obra cumbre del narrador de Manhattan ha protegido su imagen de cualquier daño provocado por el óxido de la realidad.

Así lo ve el personaje de Joanna, cuando accede a los sentimientos más íntimos de los miles de seguidores de Salinger; siempre parapetada tras las emociones confesas y los anhelos hambrientos de respuesta y comprensión, lanzados al correo en busca del regocijo que supone para ellas y ellos una contestación de su idolatrado autor.

El guion del film de Falardeu juega con la baza del enmascaramiento entre la protagonista y la figurada sensibilidad de J.D.S para con sus fans. Un lúdico e inspirado baile de palabras, en el que la aspirante a escritora encuentra su verdadera motivación y camino.

Sigourney Weaver (en la imagen) encarna a la editora Phyllis Westerg, bautizada en el film como Margaret

Poco a poco, con las contestaciones imaginadas de la becaria, Joanna aprende cómo extraer sensaciones escondidas tras la acumulación de frases balsámicas. Unos posos de creatividad latente, que incluso la animan a construir su propio futuro, a nivel profesional e incluso sentimental.

Mi año con Salinger no sirvió a Rakoff para aclarar todos los grises y las sombras que siguen acompañando al responsable de El guardián entre el centeno (sobre quien Danny Strong estrenó en 2017 la película Rebelde entre el centeno), pero sí que consiguió modelar durante seiscientos sesenta y cinco días a un nuevo hombre de cara a sus ilusionados remitentes; esculpido con la pericia de una mujer que contribuyó a fortalecer el legado del mito.

 

 

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