Nicholas Hammond, el primer Spider-Man

El actor estadounidense lleva en el mundo del espectáculo desde que era niño, cuando participó en películas tan celebradas como "Sonrisas y lágrimas" y "El señor de las moscas". Hace un año, Hammond colaboró en "Érase una vez en... Hollywood", a las órdenes de Quentin Tarantino.
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Nicholas Hammond (en la imagen) se hizo famoso con su encarnación de Peter Parker/ Spider-Man

Nicholas Hammond puede estar contento de haberse mantenido en la profesión interpretativa a lo largo de cerca de seis décadas; vasto recorrido en el que se ha mostrado más o menos inflexible, ante los altibajos de popularidad que se suelen dar en todo ejercicio artístico de naturaleza escénica.

El estadounidense debutó en Broadway a la temprana edad de 11 años, cuando accedió a un personaje infantil en la obra The Complaisant Lover (1961). Unos comienzos que le permitieron dar el salto a la pantalla grande, apenas dos años después de su primera experiencia dramática, con su incorporación al casting de El señor de las moscas (Peter Brook, 1963). Aunque tuvo que esperar hasta 1965, para coronar su mayor hito en calidad de estrella menor de dieciocho primaveras, con Sonrisas y lágrimas, de Robert Wise, donde encarnó al cantarín Friedrich von Trapp. Tal fue la importancia de este personaje, que Hammond todavía aprovecha cualquier conmemoración o acto, para recordar las melodías de la popular cinta, al lado del resto de los miembros del reparto original.

Si Sonrisas y lágrimas marcó el punto culminante de su trayectoria infantil/adolescente, la versión televisiva de Spider-Man hizo lo propio en su salto a la edad adulta. Una producción de la CBS que captó la atención de los espectadores, merced a la ingenuidad con la que estaban versionados los cómics de Marvel, y que respondía fielmente a la naturaleza juvenil de las viñetas ideadas por Stan Lee.

Nicholas Hammond fue conocido en todo el mundo por su papel de Spider-Man

Visto así, podría parecer que la larga carrera artística de NH delante de las cámaras solo ha producido dos o tres obras realmente destacables; pero la labor como secundario del norteamericano le ha permitido también detentar papeles brillantes, pese a su menor extensión, en creaciones tan recordadas como Los Manion de América, Vacaciones en el mar, Lucas Tanner, Magnum, Se ha escrito un crimen, Falcon Crest o Dallas.

NICHOLAS HAMMOND Y LA PICADURA DE UNA ARAÑA

Cuando Nicholas Hammond accedió al papel de Spider-Man, los responsables de la adaptación televisiva del superhéroe infectado por una araña radioactiva se fijaron sobre todo en que se trataba de uno de los críos de Sonrisas y lágrimas; aval suficiente para que le abrieran las puertas del arriesgado proyecto de finales de los años setenta. Una empresa que no contaba con el presupuesto de creaciones similares, tales como Superman (Richard Donner, 1978) y Buck Rogers. El aventurero del espacio (Daniel Haller, 1979).

Me gustaba la idea de interpretar a un héroe fantástico, que es creíble como persona“, afirmó Hammond, cuando caracterizó el arácnido personaje, en The Amazing Spider-Man. Y eso era precisamente lo que ofrecía esta colorista y popera adaptación del joven superhéroe de Marvel: la posibilidad de observar cómo un efecto fortuito convertía a un chico normal en un aguerrido defensor de la justicia y de los inocentes. La ingenuidad de los guiones y la defectuosa realización de los efectos visuales hicieron que el serial únicamente tuviera catorce capítulos, repartidos en dos temporadas, desplegadas entre 1977 y 1979. Pero otorgó al actor de Washington una popularidad más que notable.

En España, dos episodios alargados de la producción de CBS fueron estrenados en las salas de proyección: El increíble Spider-Man (E.W. Swackhamer, 1977) y El desafío del dragón (Don McDougall, 1979). En esta última cinta, Nicholas demostró su habilidad para las artes marciales, al tener que salvar a la ciudad de una peligrosa organización mafiosa, proveniente de China.

Como simple apunte con respecto a lo ajustado del presupuesto, baste decir que, ante la imposibilidad de trasladar la localización del rodaje, Los Ángeles hizo las veces de la populosa urbe de Nueva York.

Nicholas Hammond todavía rememora su personaje en “Sonrisas y lágrimas”

Como sucedió tras Sonrisas y lágrimas, la fama de Hammond decayó con la finalización de Spider-Man; y los papeles pequeños y puntuales volvieron a conformar el currículo del estadounidense.

Cansado de residir en la nación de las barras y estrellas, NH se trasladó definitivamente a Sídney (Australia), donde conoció a su actual pareja, la actriz Robyn Nevin. Allí, el antiguo Friedrich von Trapp ha sabido alternar sus trabajos televisivos y cinematográficos con su pasión por el teatro, y el contacto directo con el público. Entre los títulos más llamativos de esta etapa australiana, destacan sus papeles en las series Gallipoli y Total Control.

Un agradable traslado artístico y existencial que Hammond rompe de vez en cuando, para rodar en USA algún rol tan significativo; como el que elaboró en el film Érase una vez en… Hollywood (Quentin Tarantino, 2019), donde se metió en la sudorosa piel del productor Sam Wanamaker.

 

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