Murakami apaga la luz para proyectar “Tokio Blues”

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El filme se estrena el 29 de abril en las salas españolas

Que el cine fijara sus esfuerzos productivos en los libros del autor de Kafka en la orilla era únicamente cuestión de tiempo, y de ganas de la industria por adaptar a uno de los escritores más celebres de la nueva literatura nipona, como es el caso de Haruki Murakami. El novelista encabeza una generación de narradores orientales que ya no padecen el colapso creativo de antaño ante los volúmenes extensos en páginas y descripciones. Por ello, el literato -compatriota de Yukio Mishima- es uno de los nombres más destacados del occidentalismo tamizado con las dosis reflexivas de la tradición del país del Sol Rojo; apuesta más que segura para un mercado editorial que ve en él el líder más mediático y popular de una internacionalización de las letras de la nación de los samuráis. Una globalización de intenciones que tiende a mejorar los números en ventas a la par de hacer más comerciales los títulos made in Japan.

El director vietnamita Anh Hung Tran es el responsable del largo

Ante semejantes datos, no es de extrañar que Tokio Blues (Norwegian Wood) haya sido el texto escogido para la primera aventura cinematográfica de altura –que no la iniciática- dentro de la prolífica carrera de Haruki Murakami (Kyoto, 1949). El libro fue todo un éxito en las librerías del planeta, con su historia sobre estudiantes aquejados por la nostalgia hacia la muerte prematura de los amigos; copando los puestos más importantes entre las lecturas de los terrícolas. Además, su adaptación a la cultura musical más multitudinaria, mediante el uso no baladí de una canción de The Beatles como subtítulo, ayudó a promocionar en el ideario colectivo el universo de Toru Watanabe y de su amada Naoko.

Kenichi Matsuyama interpreta al nostálgico Toru Watanabe

Sin embargo, pese a tratarse de un argumento que había seducido a millones de clientes de varios idiomas, Tokio Blues debió esperar algunas décadas en la nevera de los estudios para ver por fin su traducción a imágenes en movimiento; tardanza en la que Murakami tuvo mucho que ver, ya que no se decidía ante las propuestas que los señores del celuloide le ponían sobre la mesa. Así, después de muchos tiras y afloja, el literato de Kyoto dio su visto bueno a la idea del director vietnamita Anh Hung Tran para versionar la obra; y la cosa comenzó a funcionar a la velocidad indicada por el equipo técnico y artístico.

El realizador se observa algo cohibido ante la importancia del creador de la historia

Tras ver el resultado de la versión de Tokio Blues se nota la mano siempre presente de Murakami en todo el proceso de gestión del filme, ya que los elementos literarios se superponen en no pocos momentos del metraje a los meramente audiovisuales. De esta forma, recursos como el de la constante voz en off o la mecánica evolución del guion –en muchas ocasiones contra natura si no se ha leído previamente la novela- generan un cierto desapego hacia lo que se narra en la pantalla.  A Tran se le nota un poco atemorizado por la figura del escritor, y esto provoca que los personajes no logren –salvo ocasionalmente- quitarse el yugo del creador, para vivir por sí mismos; sin fragmentaciones de personalidad de por medio y sin el peso mortal de una dialéctica situacional -convenientemente profunda- que suena algo falsa en la boca de los actores.

Rinko Kikuchi da vida a la suicida Naoko

La Naoko del libro era mucho más comprensible en su dejadez trágica que la de la película; a la vez que la dramática existencia del Toru Watanabe de papel era mucho más coherente, y melancólica, que la que se puede ver en la cinta. No obstante, el realizador de El olor de la papaya verde no sucumbe plenamente en reflejar el cosmos de Muriakami; triunfando a medias en las escenas menos literarias e intelectualizadas del largometraje, justamente las partes en las que no existen las palabras y simplemente suena una canción, se escucha el sonido del viento, el rugir de las olas o el movimiento de la vegetación en mitad de un bosque perdido.

El cineasta obtuvo fama y reconocimiento con "El olor de la papaya verde"

Parece que aún hay demasiadas habitaciones por abrir en las palabras de Haruki Murakami para que se pueda hablar de un matrimonio feliz entre sus obras y el séptimo arte. Pero lo que Tokio Blues permite dilucidar es que el camino para una fructífera relación entre ambos ya ha comenzado a andarse.

La película gana enteros cuando se desprende del peso de su precedente literario

El filme Norwegian Wood se estrena en España el próximo 29 de abril.

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