Los hermanos Coen (Ethan y Joel) se acercan a la cara más oscura del star system. Hail, Caesar! es el título de la ácida crónica, en la que la pareja de cineastas trata el desenfreno de Hollywood en la década de los cincuenta.
Si Nerón y Calígula pudieran viajar en la máquina del tiempo, desde la Roma pagana de los dioses al siglo XX: La Meca del Cine sería un destino más que goloso para estos emperadores de lujuria reluciente.
Casi nada más ponerse la primera piedra de los estudios angelinos con el letrero más famoso del mundo, los platós empezaron a construirse con ladrillos de escandalosas leyendas; las cuales imaginaban los secretos inconfesables de las estrellas que iban a reinar en monarquías de bobinas y fotogramas.
Que si a tal señor le daba por tocar el piano con sus partes bajas, que si otro contrataba chaperos para animar su melancolía en piscinas de alcohol, que si determinada dama de la escena se dedicaba a martirizar a pequeños huérfanos… Los cuentos de horror -normalmente, nunca reconocidos por sus protagonistas- son tantos, que juntos darían para llenar el espacio de la biblioteca de Alejandría.
Sin embargo, los responsables de los estudios siempre intentaron que esa verdad de calificación X trascendiera lo menos posible a las portadas de las revistas y primeras páginas de los periódicos. Una tarea en la que Eddie Mannix fue todo un experto.
Contratado por la Metro-Goldwyn-Mayer, este tipo era como el fontanero moral del star system. Y así se mantuvo hasta que se le relacionó, en 1959, con la muerte violenta de George Reeves: el intérprete de la serie de Superman, que arrasaba en la televisión de los cincuenta.
Mediadas las décadas, los hermanos Coen (Ethan y Joel) dedican su última aventura en formato de celuloide a este pretoriano del orden empresarial; al que meten en un relato de misterio, sobre la desaparición de uno de los componentes del reparto de una película ambientada en Roma. Semejante obra, que ya ha finalizado su etapa de rodaje, lleva por título Hail, Caesar!
LOS COEN Y LA BABILONIA FROM USA
Tras luchar por hacerse con los derechos de la historia, los responsables de A propósito de Llewyn Davis han ideado una comedia acerada, levantada en el corazón del Hollywood de los sueños a flor de pantalla: el figurado Olimpo contemporáneo de muchas existencias malgastadas, casi siempre heridas por el egocentrismo de unos iconos con pies de arena y esqueletos de barro.
No obstante, y aunque las hazañas más importantes del citado Mannix tuvieron su punto álgido en la época de los locos veinte, la pareja de cineastas cambió el tercio de la literalidad, para arrancar la acción en los cincuenta. Vaiven temporal, con el que los directores se granjeaban la posibilidad de hacer coincidir plenamente el look de la cinta con la era del glamur cegador y los fondillos con olor a naftalina etílica.
En ese panorama de faldas de tubo y vaporosos estampados, Eddie se arropa con los rasgos endurecidos de Josh Brolin; al que pone en jaque la banalidad psicodélica de un actor con alma de póster, y razón tocada por la extravagancia. Este hombre de fachada impecable y profundidad de mármol es el papel que le ha tocado en suerte al irónico George Clooney (quien vuelve a coincidir con los Coen, después de haber colaborado con los creadores en Quemar después de leer, Crueldad intolerable y O Brother, Were Art Thou?).
Junto a esta pareja de intérpretes, los autores de Sangre fácil completan el elenco con una banda de caras taquilleras, entre las que destacan las de Channing Tatum, Tilda Swinton, Ralph Fiennes, Jonah Hill, Frances McDormand, Christopher Lambert y Scarlett Johansson, entre otras.
Dos matrimonios fallidos y muchas anécdotas que contar silenciadas por la muerte; así podría resumirse el bagaje personal y profesional de Eddie Mannix, tras su paso por la industria más volátil del planeta. Una vida dedicada a salvar las meteduras de pata de los dioses del siglo XX; y que valió su peso en oro, sobre todo para atenuar las salidas de tono de las estrellas de la pantalla.
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