Diana Krall desempolva algunos de los éxitos que decoraron su niñez

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La cantante canadiense edita su décimo álbum de estudio, “Glad Rag Doll”

Al jazz no se le puede poner un arnés, y dibujar surcos en la tierra de los sonidos con la facilidad de lo vendible. Los caudales del estilo del sudor en las cuerdas, y de las heridas de celofán y algodón enrojecido sobre las teclas del piano, es mucho más que un potro domesticado, con el que alcanzar royalties millonarios. Desbordante de pasión, el género de los timbres aguardentosos y las penumbras de salón es susceptible de desembocar sentimientos y emociones en cualquier extensión marina, diseñada a base de líquidos envolventes. Semejante realidad ha prendido alas en el cancionero cuarteado de la esposa del también músico Elvis Costello. Razón por la cual, el palo rítmico que elevaron a la altura de la leyenda instrumentista divas del calado de Nina Simone y Ella Fitzgerald es el toldo bajo el que se asienta el décimo álbum de la autora de When I Look In Your Eyes: un mural de teselas monologadas bautizado con el sugerente nombre de Glad Rag Doll (Verbe Records).

Los trece cortes pertenecen a letristas a los que su padre admiraba

Los trece cortes que completan el arco de este especial CD se convierten, en la voz de Diana Krall (Columbia Británica, Canadá, 1964), en un viaje pretendido a un pasado de rapsodas trashumantes, que deambulan por los pentagramas sofocados con la nostalgia, cual si fueran fantasmas de la niñez de la rubia poetisa del mediático y premiado The Look Of Love.

La esposa de Elvis Costello vuelve a dar rienda suelta a su pasión por el jazz en su vertiente más comercial

A modo de regresión temporal, Glad Rag Doll se alimenta de las tonadas de muchos de los trovadores que animaron las horas de sol y nieve del padre y de la abuela de la artista (cuya familia le donó, entre otras cosas, su especial genética para la lírica). De esta manera, los tracks reunen a escritores melódicos de reconocida calidad, como Harry M. Woods, Fred Fisher, Milton Ager, Dan Dougherty y Jack Weller.

La autora de “Love Scenes” se hizo célebre con otros homenajes en formato de disco, como los efectuados con Frank Sinatra y Nat King Cole

Con las obras elaboradas por el citado elenco de narradores de la cordialidad sinfónica, la chica de Nanaimo exhibe sus innegables cualidades vocales: de la tristeza cognitiva de We Just Couldn’t Say Goodbye a la expresiva balada There Ain’t No Sweet Man That Worth The Salt Of My Tears, de los atmosféricos sones de Just Like A Butterfly That’s Caught In The Rain a la sensible You Know I Know Everything’s Made For You, de la alegre Prairie Lullaby a la amargura arquitectónica de I Used To Love You But It’s All Over Now… La macedonia de matices es sustancial y notable en este disco, en el que el discurso de la ganadora de varios premios Grammy rinde tributo a un pretérito que siempre está muy vivo, alojada en los acordes del jazz de raigambre terrosa.

Tiene previsto actuar en Barcelona el próximo 24 de noviembre

Favorecida por la eficaz labor de producción a manos del experto T-Bone Burnett, esta “divertida muñeca de trapo” toma aire de épicos coros, como si el azote de la Gran Depresión y de las esperanzas mutiladas de las primeras décadas del fenecido siglo XX se hicieran fuertes a cada golpe de guitarra, a cada redoble de batería, a cada respiro de una garganta cansada con las decepciones de la humanidad.

La artista sacó su primer trabajo en 1993

El amor, en muchas de mutaciones estacionales, es probablemente el héroe más destacado de la intensa selección, en la que se apoya Krall para exaltar su espíritu de concertista virtuosa y eléctrica. Latidos a corazón abierto, que la norteamericana cierra con el sugerente corte titulado When The Curtain Comes Down (un guiño casi teatral a una puesta en escena auditiva en la que, no obstante, el riesgo parece calculado desde los primeros acordes).

Entre los temas seleccionados destaca el eufórico “There Ain’t No Sweet Man…”

Con todo, Glad Rag Doll se erige como una apuesta por el clasicismo que no sorprende en una estrella que se hizo célebre con los tributos dispensados a Nat King Cole y a Frank Sinatra; y que ha entrado en la galería de los creadores aclamados merced a la singularidad de sus recreaciones, y a la sobriedad de su timbre grave y penetrante. Una voz cimbreante y profunda que los fans españoles podrán disfrutar el próximo 24 de noviembre, en L’Auditori de Barcelona.

T-Bone Burnett es el productor del décimo álbum de la norteamericana

Más información en http://www.dianakrall.com

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