Clint Eastwood es un hombre al que no le asusta el paso del tiempo, ni las opiniones impopulares.
Después de erigirse como uno de los pocos actores que apoya sin dobleces el discurso proteccionista, machista y agresivo del presidente Donald Trump, el octogenario Harry Callahan (también conocido como El sucio) vuelve a ponerse delante y detrás de las cámaras (la última ocasión fue en El francotirador, en donde efectuó un breve cameo), con un papel protagonista.
Tal aventura profesional lleva por título The Mule: una obra en la que el mítico Eastwood recupera algunas de las esencias pétreas que le hicieron famoso en los westerns de Sergio Leone; y que, pese a las arrugas que surcan su rostro y el resto de su epidermis, aún congelan la sangre a los que se atreven a disputarle un plano o una escena.
Hay pocos tipos que con ochenta y ocho primaveras cumplidas se sometan al fatigoso proceso de desdoblamiento que supone interpretar y dirigir (por no hablar de producir); pero el carismático señor que se enfundó la pistola de William Munny no es de los que se rinden ante los retos, por muy complicados y sofocantes que estos sean.
Gran parte de la culpa que ha despertado el interés de Mr. Eastwood por The Mule reside en la fuerza de la historia central: la de un anciano horticultor, veterano de la Segunda Guerra Mundial, que por causa de sus problemas financieros decide convertirse en correo del cártel mexicano de Sinaola.
El guion diseñado por Nick Schenk (Gran Torino) intenta descubrir cada una de las motivaciones de este arriesgado colaborador con el narcotráfico; el cual tuvo su referente real en la persona de Leo Sharp.
CLINT EASTWOOD CRUZA LA FRONTERA
En 2011, los estadounidenses descubrieron la existencia de Leo Sharp: un condecorado combatiente en la Segunda Guerra Mundial, metido a horticultor de éxito; que fue detenido por la DEA mientras transportaba un cuantioso cargamento de drogas desde Michigan. La noticia llamó la atención del periodista de The New York Times Sam Dolnick, quien no dudó en exponer las impresiones del reo en una significativa entrevista, más su correspondiente reportaje.
Este material humano y escénico no pasó desapercibido a la industria de Hollywood, y dio como resultado la compra de los derechos del trabajo de Dolnick para su posterior adaptación a imágenes en movimiento. Sin embargo, el proyecto no arrancó hasta que Malpaso Productions (la compañía de Eastwood) se hizo cargo del mismo.
A medio camino entre Atlanta y Las Cruces (Nuevo México), el filme dibuja con precisión cada una de las estaciones que surcó la ruta delictiva de Sharp, bautizado en el guion de The Mule como Earl Stone.
Los hechos que marcaron el arresto de Leo Sharp (conocido en el ambiente delictivo como el “Tata”), tuvieron en la figura del agente de la DEA Jeff Moore a su héroe particular; un rol que en el largometraje adquiere el nombre de Colin Bates, y que porta el rostro de Bradley Cooper. El intérprete de Resacón en Las Vegas repite nuevamente a las órdenes de Eastwood, después de su trabajo conjunto en El francotirador.
Taissa Farmiga (La monja), Michael Peña (La gran estafa americana), Laurence Fishburne (Matrix), Dianne Wiest (Jóvenes ocultos) y Alison Eastwood (el papel de la verdadera hija de Clint guarda el mismo parentesco con el personaje que este encarna en The Mule) completan el nutrido elenco de esta old-dealer-drug-road-movie.