Brooke Shields comenzó a ser verdaderamente una actriz cuando pudo reflexionar seriamente sobre su pasado, marcado por el éxito como estrella infantil y adolescente.
Hasta que la neoyorquina no terminó su licenciatura en la Universidad de Princeton (su especialidad fue la de Literatura francesa), y expuso sus sensaciones en una tesis que trataba sobre los papeles preadolescentes en el cine, de Lacombe Lucien a La pequeña; la carrera de Shields ante las cámaras fue un desasosegante carrusel de flashazos a destiempo, sin el mayor sentido que el de la explotación de su fotogenia inocente, mediada por el cerebro del creador Garry Gross y de la madre de la child star, Teri Shields.
Precisamente, la progenitora de Brooke fue la primera que se dio cuenta del potencial de su pequeña, cuando a los once meses la embarcó en una campaña publicitaria de notable repercusión mediática. Ese fue el pistoletazo de salida de un currículo extraño y un tanto problemático, en el que la precocidad de BSh colisionaba muchas veces con lo que estaba permitido por la ley. Confrontaciones éticas y morales, que alcanzaron uno de sus puntos álgidos con una serie de anuncios de pantalones vaqueros elaborados por Calvin Klein, donde una Shields todavía menor de edad esgrimía un eslogan de claras referencias sexuales.
Tal enfoque de connotaciones un tanto perturbadoras, fue usado anteriormente por el cineasta francés Louis Malle, cuando ofreció a la neoyorquina el papel protagonista de la controvertida cinta La pequeña, y eso que ella entonces contaba únicamente con doce primaveras. Una decisión que estuvo a punto de sentar en un tribunal a los responsables del film; ya que el argumento versaba sobre una prostituta infantil en Nueva Orleans, y solo la escenificación alejada de cualquier elemento medianamente explícito o de ligera pornografía permitió que finalmente el largometraje accediera a las salas de exhibición. No obstante, el largo no se libró de la temida calificación X (para mayores de 18 años).
Después del estreno de La pequeña, el rostro de Brooke comenzó a acaparar las portadas de revistas como Vogue y Playboy, siempre en poses incitadoras y sensuales.
La emergente actriz juvenil estaba de moda, y se dejaba agasajar por la fama. Un período que puede considerarse como el más florido en el currículo de la que fuera pareja del exteninsta Andre Agassi, y que alcanzó su cima profesional con El lago azul (Randal Kleiser, 1980).
BROOKE SHIELDS TUVO UNA POPULARIDAD EFÍMERA
Películas de misterio, westerns de naturaleza familiar o excentricidades de instituto jalonaron el camino cinematográfico de Brooke, hasta que llegó a sus manos el guion de El lago azul.
Esta nueva versión de la novela original del escritor Henry de Vere Stacpoole se convirtió -nada más iniciarse el proyecto- en el objetivo artístico de la mayoría de las stars adolescentes de ese momento, que anhelaban lucir con determinación las hojas de parra de Emmeline Lestrange. Al final, Shields se impuso a competidoras tan sólidas como Diane Lane y Jennifer Jason Leigh, y entró a formar parte del título más perdurable de su extensa carrera interpretativa.
Las cuatro décadas que median entre la grabación de El lago azul y el momento actual han dado para numerosas entrevistas a sus actores principales: Brooke y Christopher Atkins, quienes siempre han recalcado las complicaciones que conllevó el duro rodaje isleño. Peleas, experiencias al borde de la inanición, cansancio, egos maltratados… Los asuntos más increíbles salieron a colación en el set montado en Fiji por Randal Kleiser y su equipo. Tensiones que quedaron eclipsadas por la química desplegada en la pantalla por los jóvenes robinsones (ella, con apenas quince años, y él, con 18).
Como sucedió en La pequeña; muchas voces se alzaron con respecto a los supuestos desnudos de BSh en la cinta; pero, en esta ocasión, ella se apresuró a explicar que habían usado una modelo de treinta y dos tacos, para los planos de pechos y caderas.
Las críticas de El lago azul fueron bastante malas, y Shields ganó incluso un Razzie a la Peor Actriz, en 1981, por su actuación en la movie. Sin embargo, las taquillas reventaron en beneficios millonarios, con miles de espectadores que sí apreciaron el romántico idilio amoroso vivido por los adolescentes.
El éxito de la obra de Kleiser permitió a Brooke enganchar una breve proyección artística, en base a títulos como Amor sin fin (Franco Zeffirelli, 1981), Sahara (Andrew V. McLaglen, 1983), y Oro mojado (Dick Lowry, 1984). Sin embargo, ninguna de estas películas logró mejorar los resultados populares de El lago azul; por lo que la otrora cría de La pequeña aprovechó para aislarse de las cámaras, y estudiar una licenciatura en la Universidad de Princeton.
A su regreso, el encanto adolescente ya había abandonado la figura y el rostro de la nueva Brooke; la cual se había convertido en una mujer inteligente y segura de 1,83 metros de estatura, que deseaba dejar constancia de su talento en un escenario,
El teatro y la televisión han sustituido desde entonces el antiguo glamur que le proporcionó el cine; con colaboraciones en series del tipo de Jane the Virgin (donde encarnó a River Fields); Ley y orden: Unidad de víctimas especiales; Suddenly Susan; o 9-1-1.
Los años de deslumbramiento mediático han pasado, para esta antigua modelo vegana y activista en favor de los derechos de los animales. Una estrella de tirón teen, cuyo tiempo de gloria se esfumó demasiado pronto.
Nota: Brooke Shields escribió su autobiografía en 1985, bajo el título de On Your Own.