Benedict Cumberbatch tiene ese aire entre lacónico y excesivo, que se presupone a alguien como Patrick Melrose.
El intérprete de Sherlock Holmes es un actor que siempre lleva encima el kit de camuflaje, con el que es capaz de meterse en los huesos figurados de cualquier personaje que se le pone a tiro. Aunque, como común denominador de su savoir faire, suele haber en cada uno de sus cuidados y milimétricos trabajos una pátina de medida frialdad emotiva: esa regla de comportamiento muy del uso de las exclusivistas clases altas de la sociedad británica.
Tal elemento de apreciación ha resultado especialmente valioso a la hora de protagonizar los cinco episodios de Patrick Melrose: una producción para la pequeña pantalla, que adapta al formato audiovisual el quinteto de novelas escritas por el aristócrata Edward St. Aubyn; en las que expone la decadencia y desenfreno de un individuo que el alter ego del propio narrador.
Alcoholismo, abusos pedófilos, degradación, sustancias dopantes, intentos de suicidio… Estas y otras sensaciones diseñan el eléctrico y radiactivo material de esta serie dirigida por el alemán Edward Berger (Deutschland 83), la cual cuenta con el guion firmado por el ingenioso David Nicholls (Bridget Jone’s Baby).
BENEDICT CUMBERBATCH SE ASOMA AL INFIERNO
En la aristocracia británica no es oro todo lo que reluce.
Escritores como Evelyn Waugh, E. M. Forster, Oscar Wilde o Henry James ya habían puesto a los lectores sobre la pista de las corrupciones que esconden los salones de las grandes mansiones isleñas; pero Edward St. Aubyn se encargó de destapar completamente los abismos a los que se asoman diariamente las clases más pudientes de la tierra de Isabel II.
Las experiencias reunidas por Aubyn en las cinco novelas que componen la saga de Patrick Melrose (Never Mind, Bad News, Some Hope, Mother’s Milk y At Last) dan una idea clara respecto a la degradación progresiva de las familias nobiliarias; decadencia consanguínea, que materializa con singular desparpajo el personaje del autodestructivo Patrick.
Desde su niñez, en la que fue objeto de abusos sexuales, hasta su juventud, marcada por el apego a las drogas duras y el alcohol; la existencia de Mr. Melrose es tratada como si fuera un manual efectivo sobre los caminos acelerados hacia el campo santo. Eso sí, un tránsito constantemente arropado por un árbol genealógico de rancio abolengo, y un colchón crematístico y patrimonial más que considerable.
Edward Berger recrea sin censuras previas el arco secuencial descrito en las pentalogía de Aubyn, y lo lleva a cabo con una disección creativa y evolutiva del papel principal; al que comienza a presentar en su niñez.
Benedict Cumberbatch asume de esta manera la excesiva personalidad del irreductible Patrick Melrose, a través de una caracterización en la que el intérprete de Doctor Strange se deja pocas cosas olvidadas en el tintero de lo políticamente correcto.
Por medio de este entregado protagonista, la serie adquiere velocidad de crucero hacia los infiernos de la desmembración humana. Una singladura a los sulfurosos paisajes de los comportamientos suicidas, en la que Cumberbatch tiene a Jennifer Jason Leigh (Malditos bastardos), Hugo Weaving (Matrix) y Holliday Granger (Grandes esperanzas) como inestimables compañeros de navegación.
Nota.- Showtime estrenará Patrick Melrose el próximo 12 de mayo.