Miley Cyrus es una solista/ diva que suele lidiar a muerte con el aura de estrella agresiva y contestataria que se ella misma se ha creado, como si fuera un personaje que canibalizara cada una de sus puestas en escena. De esta manera, y a pesar de que varias de sus composiciones no carecen de un singular talento musical, los discos de la hija del simpático Billy Ray Cyrus han alcanzado más o menos éxito en función de las salidas de tono de la ahora treintañera actriz y cantante. Una regla que también le ha generado, además de una excesiva y asfixiante atención mediática, una profunda pérdida de crédito en el terreno de la excelencia creativa.
No obstante, y después de un cambio de discográfica y un divorcio que fue coreado en todos sus aspectos por las revistas del corazón, este octavo trabajo de estudio de Cyrus viene arropado por una sana intención de sacar partido de las experiencias vividas. En este sentido, Endless Summer Vacation (Columbia Records) es, como indica su título, unas interminables vacaciones veraniegas en la edénica ciudad de Los Ángeles (lugar en el que Miley grabó todos los temas), sin presiones ni aprietos políticamente incorrectos ni protocolarios. En definitiva, una página en blanco que la antigua Hannah Montana llena con letras cargadas de comentarios irónicos, y accesos de sentimentalidad nunca oculta.
La variante del pop multicolor y descarado marca de la casa se une esta vez con unos ciertos ramalazos de rock de atrezo, country de etiqueta y exploraciones sonoras de naturaleza hedonista. Un cóctel que nunca llega a explotar en toda su extensión, pero sí diseña un peculiar espacio de desahogo efectivo, en el que es posible hallar la vena cínica de la huidiza MC, esta vez en una versión más rebajada que en otras ocasiones.
MILEY CYRUS PROPONE UNA FIESTA DE SONIDOS DIVERSOS Y ATRAYENTES PARA ALARGAR SU VERANO ANGELINO
Según las declaraciones de la propia Miley, Endless Summer Vacation divide su curso argumental en dos tiempos bien diferenciados, por la siglas de AM y FM. AM se corresponde con el tiempo del mañana, mientras que FM es el de la noche y la oscuridad. En uno y otro polo se despliegan los trece cortes (Miley no es supersticiosa) de los que consta el álbum.
Semejante guía sonora inicia su curso con la desconcertante y adictiva song titulada Flowers: un himno de pop ingenuo con ventanas abiertas y estribillos armoniosos, en el que Cyrus exhibe sus tonos graves de mujer crecida, alejada ya de los trinos que la hicieron célebre de adolescente en el canal Disney.
Tras este arranque de emulsión transversal, el track Jaded (Hastiado/a) introduce al oyente en la nocturnidad de la geografía FM, con una oda levantada para enumerar los errores en la relación de pareja, con la asunción de su culpa en el cansancio provocado en un amante sin nombre ni identidad definida. Un breve viaje a la nostalgia de lo que pudo ser y no fue, sin rasgaduras dramáticas ni golpes de pecho, que queda atenuado por la ironía salvaje de Rose Colored Lenses (el tercer tema del disco).
Tal fórmula de continuos altos y bajos en octanaje verbal es la que prima en el curso de Endless Summer Vacation, como si se tratara de una voluntaria montaña rusa que corre libremente por la existencia de Miley, y en la que cada supuesto hit congrega la capacidad rítmica de compañeros de carretera como Michael Pollack y Gregory “Aldae” Hein.
Entre las trece composiciones que nutren el octavo trabajo de estudio de la estrella nacida en Tennessee (USA), Destiny Hope Cyrus suele destacar Thousand Miles: una balada sobre el suicidio de la hermana de una de las mejores amigas de la antigua Hannah Montana, que esta interpreta al lado de Brandi Carlile; y que MC aprovecha también para dedicar a su hermana Noah, la cual sufre depresión y ansiedad desde los diez años.
En conjunto, Endless Summer Vacation no decepcionará a los fans de Cyrus, aunque estos se sorprenderán de la atenuación del fuego mediático que revelan sus canciones. Y eso que la fotografía en la portada de Brianna Capozzi prometía otros territorios melódicos más volcánicos…
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