Jennifer Lawrence estaba desde hacía varios años tras la pista de la adaptación cinematográfica de la novela Die, My Love. El motivo de esta obsesión artística estribaba sobre todo en la fuerza que la autora bonaerense Ariana Harwicz imprimió al personaje principal a lo largo de las páginas de su obra, el cual adquiere unas dimensiones góticas y electrizantes en el guion elaborado por la cineasta Lynne Ramsay y el escritor irlandés Enda Walsh.
La aguerrida Katniss Everdeen de Los juegos del hambre se convirtió de esa manera en uno de los principales avales para que el rodaje de Die, My Love despegara en las mejores condiciones posibles, amparado igualmente por las intenciones personalistas y creativas que la directora Lynne Ramsay había desplegado a lo largo de una historia laberíntica y desconcertante.
Debido a causas no especificadas, la acción de la movie se desarrolla en las agrestes extensiones de Montana (USA), mientras que los acontecimientos se suceden en el campo francés en el libro original. Esta sutil diferencia geográfica no resta contundencia terrorífica a un relato que parece un cuento de pesadillas impactantes, sin descartar algunos chispazos de comedia existencialista y ligeramente psicodélica.
El objetivo de Ramsay se sitúa en una órbita similar a la ejercida por Roman Polanski para adentrarse en los infiernos de los roles femeninos de Repulsión y La semilla del diablo. Unos sueños de naturaleza agresiva y demoniaca que adquieren, en Die, My Love, la imprevisible caída en la tristeza de alguien que acaba de traer un nuevo ser humano al desquiciante mundo que experimentamos día tras día los herederos no reconocidos de Adán y Eva.
Junto al director de fotografía Seamus McGarvey (quien ha trabajado en todo momento con película de 35 milímetros y atmósferas asfixiantes), la creadora Lynne Ramsay ha podido ilustrar un cosmos opresivo y desesperanzador, en el que Jennifer Lawrence se debe mover con los imprecisos pasos de una caracterización herida por la maternidad no asumida ni aceptada plenamente.
Robert Pattinson (The Batman), Sissy Spacek (Carrie) y Nick Nolte (El príncipe de las mareas) son algunos de los actores que arropan a la heroína de El lado bueno de las cosas, en este trabajo esforzado y comprometido de la estrella nacida en Kentucky.
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Las extrañas escenas que se encadenan vertiginosamente en la cabeza del personaje al que interpreta Lawrence conforman el marco situacional de Die, My Love. Un esqueleto argumental individualizado y teñido de ingeniosas tonalidades dark, que puede dotar a la película de una identidad tan llamativa como la que muestra la novela original.
Semejantes esquemas maternales, deformados y confusos, ya fueron transitados anteriormente por JL en la cinta Mother!, de Darren Aronowsky; aunque la perspectiva en ese largometraje era mucho menos directa que la pretendida por Ramsay, a la hora de referirse a los problemas mentales de una mujer que no se siente preparada para alumbrar una vida procedente de su vientre.
¿Qué se esconde en el interior de la cabeza de alguien que se enfrenta a una realidad que desconoce, y para la que tiene que mostrar una actitud de inmensa alegría, según el entorno más próximo a ella? ¿Está la sociedad preparada para comprender la depresión posparto en todas sus variantes, o el dogmatismo de la falsa normalidad sigue condicionando los comportamientos diferentes? ¿Puede una madre controlar sus impulsos de terror ante un acto tan determinante como el de alumbrar un bebé? Estas y otras cuestiones nutren de manera significativa la acción de Die, My Love, como dardos que se transforman en pinceladas tenebrosas de humanidad acerada y sumamente recalcitrante.
Nota: Jennifer Lawrence canta una canción, dentro de la banda sonora compuesta por George Vjestica y Lynne Ramsay.