Felicity Palmer, la legendaria mezzosoprano británica, ofrecerá un sentido homenaje al compositor Benjamin Britten, con motivo de las representaciones de Billy Budd en el Teatro Real de Madrid.
La reconocida intérprete tiene previsto desglosar un concierto compuesto por dos partes, con obras de Giuseppe Giordani, Felix Mendelsohn, Tchaikovsky y Steven Sondheim, entre otros.
Dentro del programa facilitado a los medios de comunicación, Palmer ha escogido también tres piezas de Britten, donde destaca la inclusión del misterioso poema sinfónico nominado La Belle est au Jardín D’Amour.
La sinuosidad del cristal, siempre con el temple de no quebrar su superficie eterna, es el hábitat donde residen las gargantas bendecidas con el don de la musicalidad.
Pocos timbres son susceptibles de martillear, con sus juguetones gorgoritos, el frágil espacio en el que cualquier nota en falso puede agrietar el inmanente equilibrio de la perfección. Una categoría a la que pertenece por derecho propio la mezzosoprano Dame Felicity Palmer.
La diva británica, nacida en Cheltenham hace setenta y dos años, ha triunfado en los escenarios con sus representaciones de Gilbert and Sullivan o su Madame de Croissy, de Diálogos de carmelitas. Y se ha forjado una carrera de aplausos y ovaciones, que los aficionados del bel canto reconocen como especialmente arriesgada.
Producto de sus viajes hacia horizontes sonoros enriquecedores, Palmer comenzó a desarrollar desde muy pronto una relación profesional intensa y asfixiante con el trabajo de Benjamin Britten, al que concibe como un autor de cabecera, necesario para desencadenar la sincronía dramática de su labor operística.
Con los pentagramas retadores del autor de I Will Give My Love an Apple (lírica incluida en el repertorio seleccionado), la isleña estira sus registros tonales, como si se tratara de un elástico subyugado por la música portentosa del citado maestro.
Y así lo intentará exhibir en el recital previsto por el Teatro Real.
FELICITY PALMER, EN BUSCA DEL GENIO
A partir de las 20: 00 horas de mañana 10 de febrero, el templo madrileño del bel canto recibirá la visita de esta señora de elegante porte, invitada por el Auditorio Sony de la Fundación Albéniz. Una de esas citas de etiqueta medioambiental, en la que el piano de Simon Lepper ejerce de especial guía hacia los paraísos declarados por las partituras de grandes talentos de la música clásica.
Un universo de pentagramas en el que reside, entre negras y blancas, un lema que se repite subliminalmente: homenajear a Benjamin Britten, a través de tentáculos interactivos de inspiraciones diversas.
Come Raggio di Sol, de Antonio Caldara, es la pieza con la que la compatriota de William Shakespeare dará por comenzada su sesión capitalina, a la que añadirá en breve los aterciopelados acordes de Caro mio ben, de Giuseppe Giordani, y O del mio dolce ardour, de Christopher Williband Gluck. Un camino que finaliza con el conmovedor Tchaikovsky, en su versión de romanticismo electrizante.
Tras un corto intermedio, Palmer afrontará la segunda entrega con el alma en vilo por desplegar su aguerrido apego a la lírica del siglo XX, y en concreto a las composiciones de Benjamin Britten, del que tiene previsto escenificar I Will Give You My Love an Apple, La Belle Est au Jardín D’Amour y Quand J’Étais Chez Mon Père.
Con John Mais Capel y su peculiar Love, Could I Only Tell Thee, FP dará por finiquitada una noche de melodías acristaladas, maquilladas con el cromatismo de su poliédrica técnica en calidad de aristocrática mezzosoprano.
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