Carlos Ruiz Zafón concluye con los Sempere

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Carlos Ruiz Zafón vuelve a meterse entre los sepulcros del Cementerio de los libros olvidados, para finalizar la tetralogía protagonizada por Daniel Sempere.

El laberinto de los espíritus (Planeta) es el título del esperado capítulo final de una historia que el novelista catalán inicio en 2001, con La sombra del viento.

La trama del cuarto relato transcurre en los difíciles años cincuenta, cuando España se hallaba bajo el régimen de la dictadura franquista.

Carlos Ruiz Zafón ha levantado un gran revuelo mediático, con la cuarta entrega de su exitosa saga literaria

Hace tres lustros, un chaval tintado en sepia y embadurnado de misterioso goticismo (llamado Daniel) entró en la vida de millones de lectores, con la parsimonia de los viajantes cargados con mochilas repletas de recuerdos silenciosos.

Dentro del contexto infantil del citado protagonista, corrían los despertares ansiosos del siglo XX, amamantados por la explosión industrial de una Barcelona adoquinada con pasados arquitectónicos y futuros estimulantes. Allí, el chico comenzó su andadura por El cementerio de los libros olvidados, donde junto a su padre localizó un desconcertante manual de aventuras sorprendentes, titulado La sombra del viento.

Al igual que el excitado héroe de pantalón corto, Carlos Ruiz Zafón también se topó con la mencionada narración delante de la pantalla de su ordenador; y, espoleado por los procelosos pasadizos inventados por el ficticio Julián Carax, el autor catalán la convirtió en todo un éxito de ventas en el mercado editorial. Palabras encadenadas que alumbraron una de las sagas más rentables de la literatura española en los últimos veinticinco inviernos.

Carlos Ruiz Zafón sitúa la acción de “El laberinto de los espíritus” en la Barcelona de los cincuenta

La historia de Daniel dio paso a la de David Martín, en El juego del ángel (secuela publicada en 2008); y volvió a coger el vigor del protagonista original en El prisionero del cielo (2011).

Cinco aniversarios después del tercer volumen llega al mercado El laberinto de los espíritus: la última entrega de un argumento que mezcla con singular picardía e imaginación el drama y el thriller. y que dibuja una galería de personajes algo envejecidos, desde el lejano cuadro descrito en La sombra de viento.

CARLOS RUIZ ZAFÓN RECUPERA SENSACIONES

La trama del cuarto episodio comienza a finales de los años cincuenta, y nuevamente sitúa a los lectores en Barcelona.

La ciudad que se percibe a través de sus calles y avenidas es un lugar donde el miedo y la persecución están a la orden del día. En ese ambiente, Daniel intenta sobrevivir al lado de su esposa, la antiguamente conocida como Bea Águila. Sin embargo, una extraña presencia, proveniente de las catacumbas del Cementerio de los libros olvidados y de la Guerra Civil, hará que los fantasmas del pasado regresen con inusitada fuerza a la existencia de Daniel, Isabella, Bea y Fermín.

Carlos Ruiz Zafón recupera el personaje principal de “La sombra del viento”, el cual cedió su presencia en favor de David Martín, en “El juego del ángel”

Sin duda, el pasado como publicista de Carlos Ruiz Zafón aflora en no pocas ocasiones en cada una de sus obras: característica artística que se traduce en fórmulas efectivas de narración envolvente y progresiva, destinadas a captar la atención de los lectores.

Tales artificios creativos -parecidos a los que desarrolló Agatha Christie con sus novelas de crímenes- se suceden de manera inteligente a lo largo de El laberinto de los espíritus, y provocan el deseo de los consumidores por conocer en su totalidad el devenir de los protagonistas de la historia.

Un ritmo pretendidamente reflexivo, el cual favorece el diseño de la fatasmagórica atmósfera, ayuda al natural de la Ciudad Condal a desplegar su escenario de enfoques selectivos; al que el creador barcelonés incorpora el miedo poblacional hacia el régimen de Franco, al que se suma la infructuosa investigación de la muerte de la madre de Daniel.

Con semejantes elementos (entre los que no hay que desdeñar el que atañe a la fibra sensible de los paisajes conocidos con anterioridad), el exitoso writer compone un fresco humano y situacional que firmarían sin dudarlo especialistas en best-sellers del tipo de Ken Follet e Ildefonso Falcones.

Adictivas y sugerentes, las páginas de esta novela conclusiva están diseñadas para ser consumidas con ansiedad, y deseo por alcanzar la meta de los finales esperados.

Una sensación que Carlos Ruiz Zafón sabe bien cómo alentar, y con la que normalmente el creador español ha obtenido la respuesta agradecida de legiones de admiradores.

Carlos Ruiz Zafón publicó la tercera parte de la tetralogía en 2011
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