Alain Delon firmó durante su existencia páginas enteras de la historia cinematográfica francesa, a través de su genial e inolvidable labor como actor.
De impactante mirada azulada, belleza siempre polivalente y unos rasgos físicos de indudable perfección formal, Alain Fabien Maurice Delon desarrolló con soltura una trayectoria delante de las cámaras de gran valor artístico. Desde sus primeros papeles, obtenidos en algunas ocasiones por la intermediación de sus parejas sentimentales en esos momentos, a sus creaciones más recordadas, la estrella de El clan de los sicilianos (Henri Verneuil, 1969) mostró una evidente habilidad para flirtear con la cámara, en una línea semejante a como lo hacían Paul Newman y Robert Redford.
Resulta complicado enumerar en un puñado de palabras todos los logros que Delon alcanzó en el séptimo arte, aunque sí se puede precisar que la leyenda del que fuera pareja de Romy Schneider se empezó a gestar en 1960, año en el que confluyeron dos de sus títulos más representativos: Rocco y sus hermanos (Luchino Visconti, 1960) y A pleno sol (René Clément, 1960).
A partir de entonces, la carrera del otrora joven soldado en la campaña de Indochina se llenó de caracterizaciones memorables, incluidas en films de culto como El eclipse (Michelangelo Antonioni, 1962), El gatopardo (Luchino Visconti, 1963), Gran jugada en la Costa del Sol (Henri Verneuil, 1963) y ¿Arde París? (René Clément, 1966).
La faceta de sex symbol se conjuntaba a la perfección con la parte actoral de Delon, y eso hacía que la gente acudiera a las salas para contemplar los primeros planos de un especialista en mantener intensos duelos sin red, en constante desafío frente al objetivo de cualquier cámara.
Una de las decisiones más afortunadas del entonces treintañero intérprete estuvo en su negativa a abandonar el cine europeo, para probar suerte en un Hollywood que tampoco le puso las cosas muy fáciles para plantear un cambio de aires.
Por esas causas, salvo la enigmática cinta Scorpio (Michael Winner, 1973) y el blockbuster catastrofista Aeropuerto ’80 (David Lowell Rich, 1979), las colaboraciones de Delon en movies estadounidenses no se encuentran entre las más afortunadas de su filmografía (el actor tuvo más éxito con los directores del Neorrealismo italiano que con la Meca del Cine, o con los representantes de la Nouvelle Vague).
ALAIN DELON SUPO SALIR AIROSO DE SU UNIÓN PROFESIONAL CON LOS CARISMÁTICOS JEAN GABIN Y JEAN-PAUL BELMONDO
Entre la extensa lista de compañeros de reparto, Alain Delon tuvo especial predilección por aparecer en la pantalla junto al hierático Jean Gabin y al simpático y elocuente Jean.Paul Belmondo.
Gabin era una estrella consagrada en Francia por sus colaboraciones con genios del talante de Jean Renoir y Marcel Carné, cuando aceptó protagonizar Gran jugada en la Costa del Sol, al lado del emergente intérprete de Rocco y sus hermanos.
La prematura ancianidad del recordado alter ego del inspector Maigret se complementaba a la perfección con la frescura atrayente de un Delon desenvuelto y enamoradizo. Una química de alto voltaje mafioso y delincuente que el director Henri Verneuil volvió a explotar en El clan de los sicilianos, apoyado en la famosa banda sonora de Ennio Morricone.
Dos hombres en la ciudad (José Giovanni, 1973) completó la senda artística de este brillante tándem de tipos duros.
El otro gran colega de fotogramas ilustres para AD fue Jean-Paul Belmondo (el actor fetiche de la Nouvelle Vague, con Al final de la escapada y Pierrot, el loco).
Borsalino (Jacques Deray, 1970) abrió la puerta a un grupo de films destinados a reventar las taquillas en el país de La Marsellesa. La pareja protagónica formada por Delon y Belmondo funcionaba de manera increíble, y ayudó al padre de Anthony Delon a dirigir su trayectoria hacia el género del cine negro y policiaco.
Bajo este interés dramático, el que fuera esposo de Nathalie Delon participó en largometrajes tan contundentes como Crónica negra (Jean-Pierre Melville, 1972), Tony Arzenta (Duccio Tessari, 1973), Flic Story (Jacques Deray, 1975) o La última esperanza (José Giovanni, 1976).
Amoríos (Pierre Gaspard.Huit, 1958), La piscina (Jacques Deray, 1969), Círculo rojo (Jean Pierre Melville, 1970), El asesinato de Trotsky (Joseph Losey, 1972), Borsalino y compañía (Jacques Deray, 1974), El zorro (Duccio Tessari, 1975), Alias el gitano (José Giovanni, 1975) y El otro Sr. Klein (Joseph Losey, 1976) son algunos de los trabajos más representativos de esta estrella sin paliativos llamada Alain Delon, cuya carrera está plagada de momentos legendarios y afortunados.