Zaha Hadid dobla El Hermitage
Zaha Hadid protagoniza una completa muestra en el museo de San Petersburgo.
Rusia exhibe la primera retrospectiva de la arquitecta.

Las esquinas pierden su anguloso misterio, para sugerir universos imaginados tras las curvas que cierran el voyerismo propuesto. Dentro de un escenario semejante, las geometrías -esclavas de las formulaciones euclidianas– pierden el carácter dictatorial de la lógica, para enriquecerse con los vaivenes de las líneas cimbreantes.
En ese cosmos, la angloiraquí Zaha Hadid (Bagdad, 1950) ha levantado su mundo de edificios hipnotizadores, como extraños péndulos de contemporánea urbanidad. Ganadora del premio Pritzker de arquitectura en 2004, esta profesional de los entornos respetuosos es la protagonista de la primera retrospectiva que se celebra de su trabajo en Rusia.

ZAHA HADID Y EL ESPÍRITU DE MALEVICH
Del 27 de junio al 27 de septiembre de 2015, la creadora nacida en Oriente Medio conquista con sus ideas de fragmentación el vasto Nicholas Hall del Museo del Hermitage, en San Petersburgo. La institución eslava reúne más de 300 modelos, dibujos, bocetos, fotografías, maquetas, esculturas y objetos de diseño que han pasado alguna vez por el estudio londinense de la alumna de Rem Koolhaas y Elia Zenghelis; todo para resumir más de treinta años de técnica de papel, de juegos con los materiales, y de coqueteos pacientes con la fisonomía de las ciudades más importantes del mundo.

Al contemplar las construcciones de Hadid subyace una sensación de caos calmado, como si el hedonismo mágico hiciera de las fachadas pergaminos de imaginación, siempre dispuestos a cambiar las rigideces tradicionalistas por las manipulaciones destinadas a preservar el sueño de los urbanitas.
Los paisajes surgidos del pulso de la arquitecta tienen una mayor transpiración medioambiental que los de su colega Frank Ghery, y disponen en sus pilares constitutivos de un componente futurista, que vertebra sus visiones de plástico y metal.
Bajo tal ADN, los edificios de la iraquí se postulan más como inspiraciones no lineales de cuentos infantiles sublimados por las ecuaciones matemáticas, continuamente descendiendo a los abismos de lo imposible, sin por ello perder ni un ápice de su poderío en el imperio de la energía y la pasión.

En el trabajo de ZH, las arquitecturas se supeditan a la escala humana y a las condiciones evolutivas de los hombres, mujeres y niños. Aventura artística que choca frontalmente con la espectacularidad regia de los palacios de estilo bizantino y cortesano, propios de las extensiones rusas. De ello nace un diálogo en tenue susurro, que alumbra la retina de los visitantes con el cincel del transcurso de los siglos. Sensaciones que dentro del Hermitage adquieren el revolucionario posicionamiento de los testigos directos.
Dentro de los salones ornamentados por la emperatriz Catalina, proyectos como el de la Guangzhou Opera House de China, el Heydar Aliyev Centre de Bakú, el MAXXI de Roma o el London Aquatics Centre adquieren una carga escénica evidente, aunque sea en su versión primigenia.
Un auténtico desafío al despilfarro ornamental de naturaleza zarista que acredita el centro eslavo, y que el experto Ksenia Malich ha dado corporeidad de exposición con la concisión y el requiebro de las leyes de la física.

Con Zaha Hadid, Rusia escapa por un tiempo de la escuadra y el cartabón, para instalarse en las ondas de las mareas deconstructivistas… mecida con el sueño y la magia de la imaginación…
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